Los católicos norteamericanos se rebelan contra una imposición que atenta contra su libertad y su conciencia

 

El Departamento de Sanidad de EEUU aprobó el pasado mes de agosto una normativa, dentro de la reforma sanitaria de Barack Obama, por la cual obliga a organizaciones caritativas, centros médicos y universidades de afiliación religiosa a ofrecer a sus empleados pólizas de seguro que cubran métodos anticonceptivos. El Gobierno de Obama acaba de ratificar esa norma el pasado 20 de enero. Y, como se sabe, las píldoras -tanto las anticonceptivas como las del día después- pueden tener efectos abortivos.

Hay en Estados Unidos unos 75 millones de católicos, aproximadamente un 24% de la población. Y la reacción de estos contra la norma liberticida de Obama no se ha hecho esperar. La Conferencia Episcopal de Estados Unidos, la ha condenado y la ha definido como "una violación de la conciencia religiosa y del derecho constitucional a la libertad religiosa".

Lo mejor es escucharles a ellos. El obispo de Phoenix, Thomas Olmsted, dijo en una carta leída en las 92 parroquias que dependen de él que "al tomar esa decisión, la Administración ha apartado a un lado la primera enmienda de la Constitución de Estados Unidos, negando a los católicos la libertad fundamental y primordial de nuestra nación, la de la libertad religiosa. Como resultado, a menos que se logre anular esa decisión, los católicos nos veremos obligados a violar nuestra conciencia o negar la cobertura sanitaria a nuestros empleados". "No podemos cumplir -y no cumpliremos- con esa ley injusta".

El cardenal Daniel DiNardo, en su homilía en la misa de apertura de la Vigilia de Oración Nacional por la Vida del 22 de enero, explicó: "Nunca antes en la historia de los Estados Unidos el gobierno federal había obligado a los ciudadanos a comprar directamente lo que viola nuestras creencias".  Lo que está en juego "es la supervivencia de uno de los pilares de la libertad protegido constitucionalmente, que garantiza el respeto de la conciencia y a la libertad religiosa".

El Obispo de Pittsburgh, Mons. David Zubik, fue algo más contundente: la disposición sobre la obligación de incluir la anticoncepción en los planes de seguros en Estados Unidos es como "una bofetada en la cara" que dice "¡váyanse al diablo!" (to hell with you!) a los católicos y a la libertad religiosa.

Además, numerosas parroquias leyeron cartas similares a la del obispo Olmsted en la pasada misa dominical y llamaron a los fieles a participar en una campaña de envío de cartas al Capitolio, para que los congresistas aprueben una enmienda a la constitución que ilegalice el aborto y, con él, métodos anticonceptivos como la píldora del día después.

Por su parte, la organización Catholic Advocate (CA) ha lanzado una campaña nacional para proporcionar recursos que permitan a los católicos rechazar la decisión de la administración Obama de obligar a los empleadores a pagar seguros de salud con cobertura de anticonceptivos, esterilización y fármacos abortivos. El presidente de la institución con sede en Washington D.C., Matt Smith, que "una de las opciones para responder a este ataque contra la gente de fe es contactar directamente a nuestros representantes en el congreso para hacerles saber de nuestra decepción por esta decisión". "Nuestra meta es tener al menos 100 mil fieles católicos que participen cada mes hasta que la ley entre en vigor".

Como se ve, los católicos estadounidenses lo tienen muy claro y se han movilizado. Les deseamos lo mejor en esa lucha contra una norma que les arrebata lo más sagrado que un ser humano posee: la libertad de no oponerse a su propia conciencia.

José Ángel Gutiérrez
joseangel@hispanidad.com