Ha dimitido el jefe del Pentágono, Chuck Hagel (en la imagen), republicano en la filas de la Casa Blanca. Bueno, más bien Hagel ha sido dimitido por Obama, porque, y esto es grave, no pensaba como él acera de la primavera árabe.

El presidente norteamericano tiene pocas ideas pero confusas y defendidas con insondable terquedad. El problema es que los hechos son aun más tercos que él. Apoyó la primavera árabe contra Mubarak y engendró el fanatismo islámico de los hermanos musulmanes. Derribó a Gadafi y les dio el poder a los fanáticos musulmanes, hasta conseguir una Libia en ruinas donde los fanáticos musulmanes han impuesto el terror e impera la ley del más fuerte. Se empeñó en cargarse a Bashar Al Assad y si Vladimir Putin no se interpone ahora veríamos a Siria convertida en otro Irak (aquí la lió su antecesor, George Bush, no Obama). No, no lo ha conseguido, ha creado algo peor: ha creado el Estado Islámico.

El secretario de Estado de Defensa se ha visto obligado a dimitir ante un Obama que ha engendrado el Estado Islámico y se niega a combatirlo

 

Y así mientras Obama aseguraba que estos chicos del EI, o ISIS, o como puñetas se llamen, eran una cosa manejable, su secretario de Defensa aseguraba que era el mayor problema terrorista al que se enfrentaba Occidente. ¿Podía permitirse Naturalmente que no. Hagel ha sido dimitido.

 

Estamos sin duda ante el peor presidente -el más progre- de la historia de los Estados Unidos. Y mira que este torneo resulta competido. Los Simpson deberían olvidarse de Jimmy Carter: aquí tiene un objetivo mucho mayor. Este personaje es la ruina, no de los Estados Unidos, sino de Occidente. Pero él no lo sabe.

Eulogio López

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