Que el presidente de Estados Unidos practica la política sociológica no es ningún secreto. Sociología política significa que mi política cambia según la última portada del último telediario.

No hace ni dos meses que don Barack, todo un progresista, daba su segundo cambio copernicano en política energética. En primer lugar, pasó de los molinillos y la energía solar en el desierto de Arizona (allí hace mucho sol, no se crean) a promover la energía nuclear, no sólo con el mantenimiento del actual parque nuclear sino con nuevos reactores. El jefe del mester de progresía, señor Zapatero, le llamó al orden pero no le hizo mucho caso.

Luego vino el visto bueno -al que no se atrevió ni el mismísimo rey de petróleo, Jorge Arbusto- a la prospección marina. Como buen progre, lo único que Obama dejó en suspenso fueron las prospecciones en Alaska, porque todo hombre de vanguardia sabe muy bien que no conviene validar los tópicos que castigan al enemigo. Alaska es tierra de osos y renos, y no hay que pinchar el subsuelo.

Hasta ahí todo marcha, según lo previsto, pero entones va BP, que asegura no llamarse ya British Petroleum por aquello de quitarse la toga imperialista, sino BP, y la lía. El mayor desastre ecológico para el presidente más ecológico. Como buen progresista, Obama viaja a la zona y adopta posturas enérgicas en clave progre, esto es, no se trata de encontrar soluciones sino culpables. Hablo de medidas tan enérgicas y valientes como lo de solicitar a BP el culo donde debe dar el puntapié, trasero institucional que, por el momento, los directivos de la petrolera han decidido no exponerse al zapato presidencial y han preferido poner a disposición (¿qué se entiende por poner a disposición de?) 20.000 millones de dólares que, naturalmente, no pagarán si un tribunal no les obliga -batalla que pueden durar lustros- y que, naturalmente, no cubre, ni de broma, los daños provocados por la fuga, no ya los daños medioambientales -concepto difuso- sino los daños personales, que son los importantes, porque el planeta no es un ser humano y se marchita o se regenera según la acción del único ser racional y libre que existe, que es el hombre. De este detalle los panteístas nunca se enteran pero es que los panteístas nunca se enteran de nada: Obama es panteísta.

Sí, Obama está siendo débil con BP y extraordinariamente condescendiente consigo mismo.

Es igual, la progresía consiste en panteísmo, laicismo y demagogia. Maestro de populismo progre es don Barack quien se ha encargado de la ardua tarea de encontrar un culpable -aunque lo sea en parte, que eso es lo de menos- en lugar de encontrar soluciones, y hacer olvidar que él es el partidario y promocionador de los pinchazos petroleros submarinos.

Y el poder mediático norteamericano no le atacará, primero porque está rendido a Obama y segundo porque Obama es abortero y esa es la señal de identidad y de solidaridad de los progres yanquis, que no de los pobres yanquis. La mancha de Luisiana tiene color encarnado, como la sangre de los niños que, gracias a Obama, no han tenido derecho a nacer.

Por ejemplo.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com