El presidente norteamericano promete viajar a Luisiana hasta arreglar el problema

 

Igualito que en el Prestige con el PP.

Cuando el Prestige, la culpa no era de la empresa, sino del Gobierno. El desastre de BP en el Golfo de México es mucho más importante que lo del Prestige, decenas de veces más dañino, pero ahora la culpa no la tiene el Gobierno controlador sino la empresa explotadoras. Curioso.   

Por otra parte, la demagogia de Barack Obama, el hombre más poderoso del mundo, comienza a resultar peligrosa. Asegura estar furioso con BP, pero no mete en cintura las grandes petroleras y sí puede hacerlo. Eso sí, asegura que está dispuesto a viajar a Luisiana tantas veces como sea necesario hasta que se arregle el problema. Mismamente, lo va a arreglar él.

En cualquier caso, los medios progresistas españoles que en el caso Prestige se volvieron contra el Gobierno, no contra la empresa propietaria del petrolero, que se fue de rositas, ahora defienden a Obama y arremeten contra BP. Y es lo más acertado pero causa una cierta desazón pensar por qué no hacen siempre lo mismo.

Miriam Prat

miriam@hispanidad.com