El sábado 26 de febrero, se celebraba la Junta General de Accionistas del BBVA. Domingo y lunes, justo cuando los periódicos de información general y los influyentes rotativos de información económica publicaban las crónicas de la Junta, en los principales diarios aparecía la nueva campaña del segundo grupo financiero del país, que aconsejaba no perder la pasión por los proyectos personales (ya saben FG es un banquero encantado de financiar pasiones). Es lógico, se trata de una publicidad de campaña, no de marca, que exigía, precisamente ese día, para ser lanzada. Las pasiones se producen siempre en 27 y 28 de febrero, los días más pasionales del año, inmediatamente antes de los idus de marzo.

Pero no hay que preocuparse en exceso. El hecho de que los medios tradicionales, prensa, radio y televisión, estén cada día más controlados por los grandes poderes económicos y por los partidos políticos mayoritarios en cada zona (por ese orden) es grave sí, pero no es nuevo. Simplemente, el asunto ha ido creciendo. Por ejemplo, la única información fiable sobre la Junta del BBVA estuvo en Internet y en el diario El País. El País ha apoyado al Gobierno ZP en su lucha por cargarse a FG, pero siempre sabedor de que el BBVA no se atreve a quitarle publicidad a Polanco (ya saben: no hay coj... etc, etc, etc), de la misma forma que Pedro J. Ramírez se ha empeñado en tumbar a César Alierta, sabedor de que Telefónica no le va a retirar la publicidad, porque no le conviene convertir a Ramírez en un mártir de la libertad de prensa.

No hablamos por hablar. Por ejemplo, si seguimos las noticias de la Junta de la inmensa mayoría de los medios, nos encontramos con un FG más que eufórico, verdaderamente ebrio, un FG triunfante, batiendo marcas, dejando a los negros especuladores de Sacyr a los pies de los caballos. Si leemos Internet o El País empezamos a vislumbrar que el éxito no fue tanto, y que, por ejemplo, la intervención de muchos accionistas, despreciados desde la Presidencia, fue muy dura, como aquel que recordó al presidente del BBVA que cobra no sé cuantas veces más que el Consejo de Ministros en su conjunto.

Durante la batalla Sacyr-BBVA se ha podido comprobar, otra vez, qué interesante constituye el gran paraíso de la libertad informativa. Con todos sus errores, imprecisiones y radicalidades, la WWW es el lugar que los poderosos no pueden controlar... y están muy interesados en hacerlo.

Por ejemplo, ahora ha surgido la moda de las ONG cibernéticas, es decir, entidades sin ánimo de lucro (naturalmente) para defender a los pobres internautas, tan desvalidos ellos, del correo basura o spam. En teoría, ellos sólo exhiben el fruto de su trabajo. Ocurre que muchos servidores (en España, por ejemplo, Terra y Telefónica, es decir, los mayores) deciden bloquear toda información que estas sacrificadas entidades humanitarias consideren basura, especialmente, claro está, si saturan el reducido ancho de banda que esos servidores o esas operadoras ponen al servicio del usuario. En otras palabras, como si fuera un niño tonto, usted puede estar censurado sin darse cuenta. Correos dirigidos a usted son bloqueados por la operadora a la que está usted pagando. Usted se preguntará qué le importa a Telefónica, Terra, Wanadoo, etc, si le envían correos basura o no. Eso lo decidirá usted. Pues bien, nosotros también nos lo preguntamos.

Y así, bajo la excusa del spam, qué casualidad, dichos operadores y dichas páginas censuran al periodismo independiente de Internet, jamás a elpais.es, elmundo.es, abc.es, o similares. Pero se trata de una mera casualidad. ¿A qué tiene morbo imaginarse a Terra o France Telecom censurando a Jesús Polanco? No se preocupen, no ocurrirá.

Estamos ante un caso más de filantropía liberticida, como ocurre con las sociedades que dirigen los derechos de autor. La SGAE, otra entidad sin ánimo de lucro, tiene, al parecer, dinero para anunciar a todo trapo en la prensa nacional una campaña de felicitación a Alejandro Amenábar por su Oscar. Lógico, nos movemos en el ámbito de la filantropía teledirigida, pero filantropía a la postre.

Los ejemplos de cómo utilizar la filantropía para imponer sistemas totalitarios son muchos. Por ejemplo, el Gobierno Zapatero está empeñado en inmiscuirse en las grandes compañías en nombre de los derechos humanos. Por ejemplo, exigiendo paridad de sexos en los órganos directivos de una empresa privada. Por ejemplo, imponiendo el Pacto Global o control de las compañías privadas desde el Boletín Oficial del Estado, obligándoles a cumplir normas ecológicas, algunas manifiestamente absurdas, solidaridad teledirigida desde el Gobierno (por ejemplo, Moncloa ha extorsionado a las grandes empresas españolas para que financiaran su campaña  para el referéndum constitucional europeo).

Más ejemplos: exigencia legal de pagar auditorías de imagen corporativa, según parámetros éticos cuando menos discutibles. Por ejemplo, exigencias de controles de calidad para contratar con una empresa, controles que, naturalmente, expiden firmas externas según paradigmas éticos marcados por la ley. Por ejemplo, exigencias de que todos los proveedores envíen a la empresa contratante certificados donde muestren que cumplen con sus obligaciones fiscales.

¿Y qué me dicen de las directivas europeas, ya aplicables en España, por las que se puede juzgar y condenar a un periodista que ha logrado un exclusiva, si esta exclusiva distorsiona la cotización bursátil de un valor? El motivo también es filantrópico : que el periodista no mienta. Ahora bien, ¿quién decide si el periodista miente o si actúa por motivos espurios? El poder, naturalmente.

Lo mejor es mostrar un objetivo filantrópico, onegero, sea de reputación social corporativa, sea de rigor informativo o sea de lucha contra el machismo o el recalentamiento del planeta, porque, de ese modo, la coacción se vuelve incontestable. Así que, ya saben, si queremos preservar la libertad, especialmente la libertad informativa, ¡Dios nos libre de los filántropos!

Eulogio López