Decíamos ayer que el ministro Ángel Gabilondo, el hombre que ha ido del claustro al claustro, del monacal al académico, se ha quitado la careta de moderado y ha adoptado lo que convenía, la de su secretaria de Estado de Educación, Eva Almunia, roja entre las rojas, ultra-roja, ultra-feminista, ultra-radical, ultra-progre... vamos, ultra.

Y como buena ultra, con muy mala uva. Almunia será la próxima presidenta de Aragón pero, sobre todo, es la íntima de Leire Pajín.

Pues bien, el tándem Gabilondo-Almunia -la ideóloga es ésta última- están preparados ya para el asalto final. Quieren cargarse la educación concertada por la sencilla razón de que, en España, esa educación es cristiana. Bueno o, al menos, titularmente cristiana.

Ya tienen suficientes centros públicos como para lanzarse al exterminio total. Lo conseguirán paulatinamente, claro. No renovando conciertos, no actualizando las cantidades y exigiendo más por menos. Pero el objetivo es claro. Y, encima, el choteo: con un pacto con el PP que aún, para muchos ingenuos, es un partido cristiano.

Frente a ello, conviene aclarar conceptos.

¿La mejor política educativa? La home-school. El principio olvidado de todo el debate pedagógico es que son los padres quienes educan a los hijos y los maestros quienes, al servicio de los primeros, aportan su técnica en la materia. Y no al revés.

Aceptada la existencia del sistema educativo, lo que se discute es su financiación, la financiación que permita el principio primero de que el sujeto educativo es el niño y los padres usufructúan ese derecho durante la minoría de edad.

Por tanto, como la educación es uno de los pilares del Estado, se entiende que el mejor sistema es la financiación mediante el cheque escolar, que otorga el poder a los padres, no a los empresarios, como en el concierto, ni al Estado, como ocurre en la enseñanza pública.

Todo el combate educativo actual consiste en un Estado que se inmiscuye como un ladrón en los predios de la familia. De la misma manera que un juez, el Estado acaba de multar a unos padres porque su hijo hizo pellas en el cole, así el Gobierno Zapatero actual, el Estado, está empeñado en arrebatarles los hijos a sus padres para alinearlos según sus intereses.

Por tanto, por ahora hay que seguir con el concierto esperando el momento de nuestra liberación: el cheque escolar o la ruptura definitiva con el dinero público, que es injusta desde luego, pero a lo mejor conveniente. La Iglesia tiene todo el derecho a recibir dinero del Estado para la educación, pero siempre es mejor una Iglesia libre y pobre a otra rica (más bien superviviente) y esclava.

Pero todo ello el PSOE quiere expulsar a Cristo de las escuelas y exterminar la educación cristiana mientras al PP lo único que le importa es lo que siempre le ha importado: llegar al poder. ¿Para qué? Esa pregunta ni se la plantea alguien tan frívolo como Mariano Rajoy.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com