El director de Hispanidad, Eulogio López, publicaba el pasado viernes 26 un artículo sobre Zapatero el anacrónico, en el que se decía que las continuas cesiones del presidente Rodríguez Zapatero, empeñado en conceder cualquier petición nacionalista con tal de mantener aislado al Partido Popular, han resucitado a una ETA vencida y han retrasado el fin del nacionalismo, que López fechaba en una generación. Pues bien, la situación ha cuajado durante el pasado fin de semana, e incluso hay que deducir que el artículo se quedó corto. Por un lado, Arnaldo Otegi, el dirigente batasuno, ha declarado que en un año Euskadi será independiente y socialista. Los batasunos ya han puesto sobre la mesa el mecanismo de los referenda de autodeterminación, y nada hace pensar que Zapatero se niegue a asomarse a ese precipicio.

Pero el fin de semana ha resultado aún más excitante. El lunes 29, el diario El Mundo publicaba una entrevista con el líder de CiU, Artur Mas, en el que tras alabar a Zapatero como un estadista de pro, afirma que en ningún caso CiU ha renunciado a la autodeterminación es decir, a la independencia-. La autodeterminación es un derecho al que no podemos renunciar, pero está ahí, aparcado.

¿Concibe Zapatero una Euskadi y una Cataluña como países independientes de España en el seno de la Unión Europea? Al parecer, sí. O al menos, queda claro que lo considera materia de negociación. Está claro que el presidente del Gobierno español no sólo ha dado un balón de oxígeno a los nacionalismos moribundos: es que los ha resucitado.

En esta tesitura no es extraño que, en la mañana del lunes, Zapatero exigiera al Partido Popular un apoyo cerrado, sin condiciones, críticas ni exigencias. De esta forma, podrá ofrecer la autodeterminación al nacionalismo vasco. Luego vendrá el catalán.

¿Y cómo se haría este en principio inimaginable proceso de autodeterminación? Pues, por de pronto, con el necesario referéndum de autodeterminación, cuyos resultados serían legalizados, por las cortes generales ¿El procedimiento es constitucional? No menos que el proyecto de Estatut, responden los enloquecidos fontaneros de Moncloa y de Ferraz.

¿Y qué haría la UE? Esta es precisamente la cuestión clave, el truco principal. Por eso les gusta a los nacionalistas vascos tanto Montenegro, caso no equiparable, pero sí utilizable. Bruselas no puede admitir una Europa con secesión, pero sí un independentismo de ida y vuelta: me separo de España, pero, a renglón seguido, me integro en Europa. Igualito que Montenegro.

Un panorama de locos, sí, pero conste que en las cercanías de los despachos de Zapatero y Blanco se habla de estas cosas y en estos términos.