Sr. Director:
El 26 de marzo, miles de españoles volvimos a llenar de forma espectacular las calles de todas las ciudades españolas y algunas de Hispanoamérica.

 

No fue una manifestación cualquiera sino una marcha festiva, para hacer ver el valor de una vida desde la concepción en el seno materno hasta el momento de su muerte.

Soy médico de familia. Objeté en conciencia y en ciencia una vez entrada en vigor la ley que facilita y promueve abortos en España, esa ley que, según nuestra ministra de sanidad "es mucho más garantista para el nasciturus que la anterior". Objeto en ciencia precisamente porque soy médico, y como tal sé y no puedo negar, porque sería negar la evidencia científica, que hay vida y vida humana desde el mismo instante de la concepción. La garantía para el nasciturus es reconocer el valor que tiene una vida, la vida de cada persona, y este valor no lo da la decisión de unos cuantos, ni el consenso, sino la dignidad humana.

Objeto en ciencia y en conciencia porque considero que el aborto no es un acto médico y por tanto no entra dentro de mis competencias sanitarias. Es lamentable decirlo, pero aunque afirmamos vivir en un Estado de Derecho, en una democracia, me han denegado mi objeción presentada.

Con esta carta quiero agradecer a todos y cada uno de los españoles que salieron a la calle proclamando públicamente un sí a la vida, también a aquellos que no pudieron salir, pero que la apoyaron cada uno desde el lugar que podían hacerlo; quiero dar las gracias a todas aquellas personas que trabajan diariamente en la defensa de la vida y a los profesionales y compañeros míos que, como yo, se han posicionado ante esta ley presentando su objeción formalmente: no sólo quiero daros las gracias sino animaros a que sigamos abriendo brecha y que continuemos defendiendo nuestro derecho ante aquellos que nos niegan nuestra objeción y por tanto nuestra libertad de expresión y de actuación como profesionales sanitarios.

Silvia Montoro Goethe