Este es mi héroe. Un tipo que dice cosas tan grandiosas como ésta es un filósofo: "La vida no puede ser un viaje para la tumba, con la intención de llegar sano y salvo". Sí, ya sé que, muy probablemente, el tal doctor no exista y sus declaraciones sean obra de un cachondo, de un cachondo, eso sí, inteligente. Pero, ¿qué más da? Tampoco existió el Quijote y fíjense lo mucho que nos ha enseñado.  

En efecto, de esta forma denuncia la obsesión actual por entregarle al enterrador un cadáver bien parecido y unos pulmones en perfecto estado de revista. Hay que llegar, como asegura el doctor Paulo Ubiratan, con el cuerpo gastado por bien aprovechado. E incluso, añado yo, con una mente que, como el músculo, se engrandece con el uso. Y un alma grande es más feliz que un músculo grande.

Este genio contracorriente me recuerdan la máxima de Winston Leonard Spencer Churchill. Lo que puedas hacer acostado no lo hagas sentado, lo que puedas hacer sentado no lo hagas de pie. Un tipo que sabía ahorrar energía.

Sólo añadiría un punto al discurso de este sabio entre los sabios. Si el cuerpo debe llegar al final gastado por el uso, al espíritu le ocurre exactamente lo mismo. Gastado por el uso para mejorar y por ayudar a los demás. El espíritu, al revés que el cuerpo, es más feliz cuanto más se ejercita.

No es broma. El progresismo que nos domina nos ha llevado al siguiente, y lamentable, escenario de tragedia:

1.Puritanismo, disfrazado de culto al cuerpo y miedo a la muerte. De hecho, las tiranías del futuro no se perpetrarán en nombre de la libertad o de la revolución proletaria, sino en busca de nuestra salud y de nuestra seguridad.

2.La existencia se convierte en supervivencia. La ciencia no nos ha alargado la vida, sino la vejez. Competimos en una tonta carrera por durar más aunque duremos peor.

3.Ingratitud por la vida que se nos ha dado y que convertimos en una carga. Una especie de tesoro que nunca se invierte, nunca fructifica y que sólo podemos conservar como el pusilánime de la parábola evangélica que enterró la moneda de su Señor. Esto es tremendo, porque no podemos olvidar que la primera forma de pensamiento es el agradecimiento, agradecimiento por haber sido convidados al festín de la existencia, un banquete inigualable. Y esto, aunque no sepamos, o neguemos, quién es el anfitrión.

4.Miedo, el peor enemigo de la felicidad. Un miedo que ningún régimen, ningún chequeo, ninguna dietética, ninguna vida sana puede calmar. El miedo es libre y el peor de los terrores es el puro miedo al miedo. Recientemente hemos añadido el miedo telúrico, probablemente el más estúpido de todos, pero nos paraliza aunque no sepamos explicar el porqué. Ya saben: cambio climático y chorradas semejantes.

5.Lo más tremendo. La pérdida de fe. La fe no es más que confianza y, para realizarnos necesitamos confiar en Dios, abandonarnos en sus manos y, ojo, confiar en el prójimo. Dicen que la crisis económica actual no es más que una consecuencia de la crisis moral, ahora llamada de valores. Es cierto. Añaden los economistas, convertidos en los reyes del mambo para desgracia de todos, que nuestro principal problema económico es la crisis de confianza. Por aquí ocurre lo mismo: la crisis de confianza económica no es más que la crisis de confianza en Dios y en el vecino. Sí, ya se que se trata de dos fes distintas, pero tienen un mismo ingrediente: la confianza en el otro.

En definitiva, el progresismo nos ha arrebatado la alegría de vivir. Es hora de volver a disfrutar de la existencia y mandar a Naturhouse al concurso de acreedores.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com