El presidente de los Estados Unidos tiene un problema con los reverendos. Barack Obama se ha lanzado a la cadena de TV ABC para exigir al reverendo Terry Jones que cese en su payasada de quemar ejemplares del Corán.

Digo yo que en lugar de irse a la tele podía haber cogido el teléfono y llamarle, pero Obama es así: Estoy buscando un culo donde pegar una patada, aseguró, para resultar más verde que nadie, cuando BP desparramó petróleo por el Golfo. Eso es lo que se dice arreglar el problema. No sé qué les ocurre últimamente a los dirigentes mundiales que están de lo más escatológico: culos, bragas...

Ya hemos dicho que nadie debe quemar coranes y también lo ha dejado claro el Vaticano. Es más, el viernes, la página oficial de La Moncloa abría con la firme, muy firme, postura, de don José Luis Rodríguez Zapatero -alma gemela, aunque un poco menos poderosa, de Obama- de condenar la quema de coranes.

Sin embargo, miren por dónde, ni Obama ni ZP han tenido una palabra -ni de condena ni de consuelo-para los 16 asesinados en la república rusa, cristiano-ortodoxa, de Osetia a manos de terroristas musulmanes ni a los coptos cristianos asesinados por musulmanes en Egipto (¡qué peligro tiene Egipto!) en atentados claramente dirigidos contra cristianos. No recuerdo ningún atentado cristiano contra musulmanes por razón de fe. Lo que significa que tanto Obama como ZP son dos cobardes, partidarios de la libertad de todas las religiones salvo de una: la cristiana. Para eso presiden dos naciones cristianas.

En Estados Unidos aumenta el porcentaje de ciudadanos convencidos de que Obama es un musulmán. ¿Por qué será? En España, el gueto musulmán se muestra cada vez más agresivo mientras Zapatero arremete contra la Iglesia católica y contra los principios cristianos.

No, no hay que quemar coranes, pero tampoco hay que ser idiotas. 

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com