• Trabajos forzosos, conversiones al Islam, matrimonios con milicianos o violaciones son algunos de los abusos más frecuentes que las mujeres y chicas secuestradas por estos yihadistas sufren mientras están en cautividad.
  • Muchas de las jóvenes que regresan a casa están traumatizadas por lo que han visto durante su secuestro, pero pocas o casi ninguna recibe tratamiento psicológico.
  • Los yihadistas secuestran en Nigeria a otras 60 chicas para esclavizarlas y abusar de ellas.
Boko Haram ha vuelto a secuestrar a 60 chicas y mujeres en dos localidades del estado de Adamawa, al norte de Nigeria: 40 en Waga Mangoro, y otras 20 en Garta. En los ataques, los yihadistas prendieron fuego a varias casas. Y encima, hubo cinco muertos en un atentado con bomba, en la estación de autobuses de Azari, en el estado norteño de Bauchi, recogía AIN.

En los últimos días, se habían extendido los rumores sobre un posible acuerdo de alto el fuego entre el Gobierno de Nigeria y el grupo yihadista, para una posible liberación de las 200 chicas secuestradas en Chibock en el mes de abril. Pero este nuevo secuestro oscurece la posibilidad de dicho acuerdo.

El Mundo ha contado en un reportaje la suerte que corren las chicas que caen en manos de los yihadistas de Boko Haram: trabajos forzosos, conversiones al Islam, matrimonios con milicianos, violaciones... Human Rights Watch (HRW) recoge en su último informe los testimonios de medio centenar de víctimas que lograron escapar de los campamentos que el grupo islamista tiene repartidos en varias áreas remotas del noreste de Nigeria.

Muchas de las chicas entrevistadas por HRW denuncian que cuando estaban retenidas no solo tenían que cocinar, limpiar y hacer otras tareas del hogar, sino que algunas también participaban en los ataques. «Me dijeron que tenía que cargar con las balas y permanecer tumbada en el suelo mientras ellos luchaban», comenta una de las chicas.

Otra relata cómo la obligaron a tender una emboscada. «Tenía que acercarme a un grupo de cinco hombres en una aldea cercana y luego llevarlos a donde los milicianos estaban escondidos. Estaba aterrada por lo que había visto y les dije que necesitaba su ayuda». Poco después los jóvenes estaban atados de pies y manos y uno a uno fueron degollados sin piedad.

También es habitual que las mujeres y chicas en cautividad sean utilizadas como mulas de carga para transportar el botín que los milicianos saquean durante sus ataques. Una de las chicas explica cómo tuvo que andar durante horas con un fardo en la cabeza. «No dejaban de añadir más y más cosas y al final creí que me iba a desmayar», confiesa. «Me sentí aliviada cuando trajeron a otras dos chichas que acaban de secuestrar y cogieron algunas de las cosas que yo llevaba».

Muchas de las jóvenes que regresan a casa están traumatizadas por lo que han visto durante su secuestro, pero pocas o casi ninguna recibe tratamiento psicológico. HRW denuncia que el Gobierno nigeriano se ha desentendido de estas chicas y que solo algunas de las estudiantes de Chibok que lograron escapar han recibido atención profesional que las ayude a reinsertarse en la sociedad.

Andrés Velázquez
andres@hispanidad.com