A pesar de llevar dirigiendo con éxito desde principios de los años 90 y de contar en su filmografía con películas tan aclamadas como Entre copas o Los descendientes, el director Alexander Payne juega siempre a realizar películas de estilo independiente. En Nebraska vuelve a asombrarnos favorablemente.

Un anciano, con síntomas demencia senil, cree que se ha convertido en millonario tras recibir una comunicación publicitaria por correo. Empeñado en recogerlo en Linconl, Nebraska, su hijo pequeño, David, se siente obligado a acompañarlo a pesar de ser consciente del engaño. Pero este extraño viaje  se convierte en una aventura quijotesca  llena de anécdotas, en la que padre e hijo volverán a entenderse como no lo habían hecho desde hace décadas.

El arranque de esta película de carretera, con ese anciano torpe que recibe reprimendas de una esposa de lengua afilada y mal carácter, no hace presagiar que nos encontramos ante una comedia dramática divertida de  humor inteligente. Un relato que se desarrolla en un escenario rural: el  Medio Oeste americano y que aborda con originalidad y frescura temas universales sobre las relaciones familiares, la naturaleza humana o  los problemas derivados de la vejez. A este respecto, uno de los momentos más emotivos de esta comedia es cuando el hijo, David, se empeña en devolver a su padre la dignidad perdida debido a  sus desvaríos seniles.

Rodada en blanco y negro, poblada de personajes que parecen salidos de la América más profunda, el guión vibrante de Bob Nelson, que se empeñó en retratar a personajes reales, convierten a  Nebraska en una película tan auténtica que logra que el espectador sucumba ante la familia Grant, a pesar de ser para la sociedad… un conjunto de perdedores.

Nebraska está nominada en seis categorías a los Oscar, entre ellos a mejor película, director  o actor (Bruce Dern).

Para: Los que les gusten las películas independientes de calidad