El Gobierno socialista ha autorizado los primeros cuatro proyectos con células embrionarias. Es decir, que permite y alienta la matanza de seres humanos para saciar la soberbia profesional de unos cuantos médicos. La matanza silenciosa ha comenzado.

Uno de estos matasanos, también conocidos como prestigiosos científicos (Pcs), es Bernat Soria, quien ha declarado a El Mundo : Hace cinco años que quería hacer esto. En cuanto tenga el papel oficial en la mano, descongelo los embriones. Me imagino que lo diría babeando, como una especie de vampiro en un campo de batalla. El olor de la sangre excita al chaval.

A la gente se le ha dicho que Bernat Soria va a curar la diabetes. Supuesto y no admitido que consigan el más mínimo avance terapéutico (porque todas estas promesas médicas no son más que una patraña médica), podría haberlo hecho igualmente con células madre adultas, las únicas que, por el momento, han curado enfermedades. Pero claro, es que no se trata de eso. Personalmente, creo que hace tiempo que a Bernat Soria y a los otros matarifes de embriones lo que menos les importa es la diabetes. Simplemente, están obsesionados con su pecado, el único que existe: el orgullo. Un orgullo que se ha convertido en su obsesión y que les hace vivir el viejo consejo de la serpiente: Seréis como dioses. A Bernat y su congéneres les es igual la terapia: destriparían embriones, aunque sólo fuera por el gusto de sentirse creadores, más bien destructores, de lo que el resto de la humanidad, al menos la humanidad informada, considera algo sagrado : la persona, en cualquier estado de su existencia individual.

No, no soy duro con ellos: porque ellos no pueden alegar ignorancia. Saben perfectamente lo que están haciendo, saben que en ese conjunto de células hay una persona, que ellos también fueron ese conjunto de células, y que en ese conjunto de células estaban todas sus características. Me preocupan más los embriones humanos que el orgullo de estos matarifes, verdaderos nazis de bata blanca, que pretenden ser como dioses pero que, como no saben dar vida, se apresuran a otorgar la muerte. No pueden ser señores de la vida y, por tanto, se emperran en parecerse a Dios, administrando la muerte, el otro patrimonio del Creador.

Pero como estamos cloroformizados, no nos impresionamos con esta gran matanza, que sucede a nuestro lado. Por cierto, asombra que la Conferencia Episcopal Española no haya realizado ni el menor comentario ahora que comienza la matanza. La verdad es que la precitada matanza ya comenzó con el Gobierno Aznar, en concreto, con  su ministra de Sanidad, Ana Pastor. Fue el 25 de julio de 2003, y aquel día el Comité Ejecutivo de la Conferencia Episcopal Española, con Martínez Camino al frente, elaboró un documento que alguien debería haberse comido. Ahora, urge más que nunca aclarar que la vida humana empieza desde la concepción y que lo que promociona el Gobierno Zapatero, y ejecutan los chicos de Bernat, es una aberración de tan grueso calibre, que bien puede calificarse como las matanzas del siglo XXI, sin duda, lo más grave que ahora mismo está sucediendo en el mundo.

Eulogio López