Ante la inminente llegada de los Reyes Magos, los progenitores deben estar solícitos a lo que sus hijos anhelan que se les agasaje.

Muchos juguetes constituyen un peligro para la salud, impulsan la violencia, bloquean a los críos y se tornan inactivos y caprichosos, los relacionan con héroes que suscitan malos hábitos alimenticios, empujan al sexismo, el consumismo y estilos de vida malvados. Todo esto hay que meditarlo antes de adquirir juguetes para los retoños.

Evitar los juguetes tóxicos, no comprar productos fabricados con plástico que los niños puedan llevarse a las tragaderas, ya que se utilizan néctares que se despegan y son cancerígenos.

También, eludir los juguetes que incluyan partes pequeñas desprendibles y que pueden ser tragadas por los pequeños y causar su defunción.

Adquirir los juguetes que se inspiran como inteligentes: se ha comprobado que los fabricados que favorecen el avance intelectual de los chiquillos son de un gran provecho.

Antes de comprar conviene preguntarse: ¿Es seguro? ¿Ayuda a mi hijo a interactuar positivamente con los demás? ¿Promueve la armonía o la violencia? ¿Le permite desarrollar su creatividad o la limita? ¿Le da elementos para desarrollar su intelecto?

Los padres deben estar alerta, ya que no todos los artículos ofrecen las mismas garantías. Rotulados indebidos, imitaciones y hasta productos tóxicos, son algunas de los trastornos que se pueden encontrar.

El Centro de Investigación y Control de Calidad del Instituto Nacional de Consumo analizó más de 500 juguetes. El 75,4  por ciento, procedentes de países asiáticos, tienen la alerta de peligrosos.

La formación y educación de los hijos requiere la actuación y el esfuerzo constante de los padres. Tratar de suplirlo con juguetes es buscar algo tan utópico como conseguir una máquina para educar.

Clemente Ferrer Roselló

clementeferrer@yahoo.es