Sr. Director:

Como cada año por estas fechas, parece aumentar la preocupación por las personas que peor lo tienen. Es la otra cara de la Navidad que nos recuerda el carácter solidario de estas fiestas.

Y así, los sin hogar que viven en nuestras ciudades se convierten en un tema de interés. Como cada Navidad, se multiplican los gestos, las comidas especiales en albergues y parroquias, la atención de los medios por cómo pasarán estos días. Mientras, las plazas de los albergues siguen desbordándose, y la mayoría de los recursos sociales no pasan de cubrir las necesidades más básicas. Sin ofrecer alternativas reales a las enormes dificultades a las que se enfrentan estas personas.

La pasada Nochebuena murió María Dolores en un soportal de Madrid. El Samur dice que fue "una muerte natural", y añade que no murió de frío porque esa noche no era "especialmente dura". Por tanto, se deduce que María Dolores murió de vivir en la calle. Es decir, de vivir en un país donde quedarse en la calle significa casi siempre quedarse sin derechos, sin atención médica individualizada, y con la indiferencia y el desprecio de la mayoría.

Seguramente, como todas las personas sin hogar, María Dolores necesitaba en estos días más respeto por parte de todos, más recursos de integración social eficaces, y menos aguinaldos. Como durante todo el año.

Alberto Senante

asenante@gmail.com