Según revela una ex colaboradora de la Fundación Morín al semanario ALBA

El negocio funcionaba de la siguiente forma. Morín tenía acuerdos comerciales con centros abortistas de todo el mundo para que le remitieran embarazadas de tercer trimestre que quisieran hacerse un aborto. A cambio, les pagaba una comisión. Así lo revela la ex colaboradora de Morín, Cristina Rieder, en el semanario ALBA. El coladero del tercer trimestre lo permitía y muy pocas personas en el mundo tienen la ausencia de escrúpulos de Morín.

"Estaba especializado en aborto de tercer trimestre y tenía una cuota de dos ‘tres trimestres' al día; si no la conseguía, se ponía nervioso", señala Rieder, quien confirma las irregularidades denunciadas por el testigo protegido del ‘caso Morín': las enfermeras eran empleadas de limpieza, los ‘médicos' no contaban con papeles ni con los permisos necesarios y los informes psiquiátricos para el coladero eran una farsa. Rieder también confirma que el dinero negro fluía con gran alegría. "Hacía packs de viajes más abortos por 6.000 euros, siempre en efectivo".

Por último, Rieder asegura también que informó de las presuntas prácticas ilegales de Morín a la Fundación Salud y Familia de la Generalitat así como a la consejería de Salud. ¿Resultado? "Nada; increíblemente me dijeron que probara lo que estaba diciendo".