Sr. Director:

De acuerdo con el artículo aparecido en Religión en Libertad que titulan "Monseñor Reig Pla ¡Colosal!".

 

Lo comparto: me parece  claro, y, ¡claro! La progresía mal llamada así, no puede aceptarlo, pues no acepta la libertad de expresión y les molesta  que nuestros pastores hablen, pues cuando hablan dicen la verdad, verdades como puños.

Las palabras de  Monseñor Reig lo abarcan todo; pero sólo se han fijado en su obsesión, sin querer darse cuenta de que dice la verdad, o, quizá, de ahí les venga el enfado: de la fuerza de la verdad, que quieren que se oculte. Interesante artículo para el que no tiene miedo a la verdad: 

"El obispo de Alcalá en su homilía del Viernes santo pasado, ha sido capaz de realizar una perfecta radiografía de la España del siglo XXI en diez minutos. Y todos los que se han dedicado a insultarle en estos días, no han hecho otra cosa sino confirmar con su actitud la veracidad de sus sabias palabras. ¿Cuándo entenderán nuestros políticos, los de izquierdas y los de derechas, que sin una profunda reforma moral del país no hay quien salga de la crisis? Porque salir es mucho más que estabilizar los indicadores económicos o reducir el desempleo.

Mientras existan, como apuntó Mons. Reig Pla, empresarios que abusan de sus trabajadores, empleados que no trabajan bien y roban a sus jefes, familias rotas por el adulterio y el divorcio, jóvenes atados al alcohol, a la droga y al desorden sexual, sacerdotes de doble vida y corrupción de la infancia y de la juventud a través de ideologías de la sexualidad que invitan a la promiscuidad; mientras todo esto siga siendo tolerado e incluso fomentado, aquí no sale nadie de la crisis de infelicidad. Porque así no puede ser feliz nadie.

Lo que pasa es que hacer discursos morales por TV y en directo no es políticamente correcto. Y eso que monseñor no quiso "tocarles las narices" a los políticos recordándoles su escasa credibilidad, su dilapidación del erario público, o en el peor de los casos, su corrupción descarada. Se atrevió a decir simplemente que algunos adolescentes que entran en contacto con el "ambiente homosexual" resbalan hacia un infierno. ¿Qué quiere decir con eso el obispo de Alcalá? Quiere insinuar algunas verdades que no tenía tiempo de desarrollar en ese contexto, pero que están ahí (…) Antes de "entrar al trapo" del "infierno homosexual" es preciso aclarar que con ello el prelado no hace ningún juicio sobre el hecho de que una persona experimente una tendencia homosexual. Las causas pueden ser ajenas a su voluntad. El obispo no está mandando al infierno a los homosexuales, ni les está pidiendo que renuncien a su ciudadanía, a sus derechos o a sus cargos, como algunos están pidiendo de modo absurdo a Mons. Reig Pla. Recuerda algo fundamental de la moral católica que todo miembro de la Iglesia debe aceptar y asumir: robar es pecado, emborracharse es pecado, drogarse es pecado, el adulterio es pecado, mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio es pecado, las relaciones sexuales homosexuales son pecado, con el agravante de que contradicen la naturaleza de la sexualidad humana.

Ahora sí ¿cuál es ese infierno que encuentra el que se introduce en el ambiente homosexual? Primero, la situación de conflicto familiar que ha podido desencadenar la crisis de identidad sexual: abuso sexual, ausencia del padre, carencia de afecto; después el inevitable conflicto interior: ¿por qué siento esto? ¿Por qué no soy como los otros? ¿Qué debo hacer? Cuando se decide a iniciar los primeros contactos con otros homosexuales descubre: que es muy difícil encontrar una pareja estable, que reina la infidelidad, la competencia y la más amplia promiscuidad junto a otros vicios, que no se encuentra una verdadera compensación afectiva y, cómo no, el miedo al Sida y otras enfermedades. A ello podemos unir, sin duda, la incomprensión o incluso la persecución de muchos, de los verdaderos homófobos.

Si es cierto que muchos han elegido libremente este estilo de vida y dicen sentirse satisfechos, otros muchos no desean vivir así aun aceptando su homosexualidad. Otros, en cambio, quisieran recibir ayuda para reorientar su sexualidad en coherencia con su sexo biológico, pero son vistos por el lobby homosexual como traidores a la causa.

Parece que todos deberían ser libres para ser gays, pero no lo son para decidir que no quieren serlo. Por lo que se refiere a la antropología cristiana que muy bien enseña el obispo de Alcalá, el pan siempre será pan y el vino será siempre vino, el varón debe comportarse como varón y la mujer como mujer".

Keka Lorenzo de Astorga