No tengo ni la menor idea sobre la veracidad de esta entrevista. Tampoco conozco el medio que la propone y desde el que me llega.

Lo que dice el innominado espía tiene toda la fuerza de la lógica, pero la lógica no tiene por qué ser cierta ni justa.

Y no, no acaba de gustarme lo que propone. Es cierto que al amigo Mohamed VI no le vendría mal que España alentara la independencia de bereberes en el norte de Marruecos y de saharauis en el sur. Las sospechas sobre su participación en el 11-M así como su odio a España merecerían una buena lección. Y sí, soy partidario de apoyar a aquellos movimientos con razones para quejarse, sean rifeños o saharauis, pero hay que hacerlo con cuidado. Me gustan las luchas pacíficas contra las tiranías pero no la utilización de movimientos en los que no se cree, porque se les puede poner en peligro frente al tirano.

Sí tiene razón nuestro anónimo espía en que el objetivo de Marruecos siempre ha sido Ceuta y Melilla, además de las Canarias. Pero la primera respuesta que exige ese reto es militarizar Ceuta y Melilla, además de dotarles con más fuerzas policiales que, es tanto como decir españolizar más dos ciudades que se están islamizando rápidamente y que están en peligro por la política cobarde y hasta traidora del Gobierno Zapatero. Mohamed VI es un tirano caprichoso y este tipo de dictadores sólo entiende la firmeza. Desislamizar, sobre todo, a las tropas regulares españolas allí acuarteladas... en las que casi ningún militar confía.

Perejil fue un episodio menor, sí, casi pintoresco, pero lo cierto es que era una tentativa de Rabat para comprobar la respuesta española. Si se hubiera cedido en el peñasco de Perejil se habría cedido en Ceuta, Melilla y Canarias.

En cualquier caso, la militarización de Ceuta y Melilla sería bueno para todos: para los españoles, para los Ejércitos, para los ciudadanos de Ceuta y Melilla y para la economía de las dos plazas africanas.

Y mejor sería hacerlo cuanto antes, porque hay otro punto en el que acierta nuestro 007: un cambio institucional, aunque sea en la Jefatura del Estado, podría provocar en España algo mucho más grave que inestabilidad institucional: podría divorciar a la gente de la Jefatura del Estado como lo está cada día más de la jefatura del Gobierno. Felipe de Borbón tiene que cambiar mucho para ser un buen Felipe VI. Es decir para convertirse en un referente para los españoles. Ahora mismo no lo es. Cuando se cumplen 35 años del acceso al trono de Mohamed VI, las palabras de nuestro espía tienen toda la lógica. En efecto, el prestigio de Juan Carlos I como conducto de la Transición a la Democracia ha hecho que se olviden sus tendencias progres (recuerden la campaña Majestad no firme, cuando Zapatero lanzó su nueva ley del aborto) pero es que el heredero se comporta como si ese prestigio le viniera de origen y no tuviera que ganárselo. Además, ha cometido el error (Felipe de Borbón es eco-panteísta) de aliarse con quien no cree ni en la monarquía ni en su dinastía borbónica, por no hablar de su boda con quien ya es conocida en toda Europa -alguno los dijimos en el momento de hacerse público su noviazgo- como la nueva Lady Di.

Sí, no me extraña que el tirano Mohamed prepare el momento de atacar para cuando el desprestigio de la Jefatura del Estado alcance la cima.     

Eulogio López

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