Sr. Director:
La visita oficial a Roma del presidente de Libia, Muammar El Gaddafi, causó un profundo malestar entre la amplia mayoría católica.

 

El líder libio se permitió dar lecciones del Corán a un numeroso grupo de jóvenes italianas a las que invitó a convertirse al Islam y ha manifestado su convicción de que Europa terminará por abrazar el Corán, empezando por el ingreso de Turquía en la Unión Europea. Aunque el Gobierno de Berlusconi se tomó estas declaraciones a broma, lo cierto es que Gaddafi tan solo expresaba un deseo latente en el mundo islámico. Hay que tener en cuenta a este propósito el acelerado proceso de reislamización social que se viene produciendo en el orbe musulmán, algo que tiene mucho que ver con la pujanza del radicalismo, sobre todo a raíz de los atentados de Nueva York.

En Marruecos, nuestro controvertido vecino del sur, se ha puesto en marcha un amplio programa de formación religiosa a partir de una nueva edición masiva del Corán que Mohamed VI quiere que todos sus súbditos aprendan de memoria, para contrarrestar las prédicas integristas sin control que proceden de diversas emisoras de radio y televisión extranjeras. La respuesta inmediata de la organización terrorista Al Qaeda del Magreb Islámico, ha sido la de tocar la fibra nacionalista de los marroquíes con el anuncio de una ofensiva para recuperar por la fuerza Ceuta y Melilla, primer paso para la reconquista de Al Andalus.

Las supuestas bromas de Gaddafi en Roma cobran así un sentido mucho más inquietante. En todo caso, su soñada islamización de Europa sólo triunfaría en la medida que los europeos acaben por perder la identidad cristiana que ha dado su rostro a nuestro continente. Ese sí sería el suicido de Europa.

José Morales Martín