Potentísima campaña de autobombo, con folleto-libro a todo color, enviado por el alcalde de Madrid, Ruiz-Gallardón a los madrileños. En ellos no sólo se justifican, sino que se alaban las obras que han convertido a la capital de España en una zanja un berenjenal, la capital con más obras públicas de toda Europa, así como la capital de los atascos. No sólo eso, sino que Gallardón hae endeudado al Ayuntamiento capitalino por un cuarto de siglo, además de aumentar más de un 25% en un solo año el impuesto sobre bienes inmuebles, el gravamen municipal más duro de todos.

En el entretanto, tal y como informábamos en nuestra edición anterior, los madrileños han bautizado a Gallardón como El Faraón y han decidido cambiar el tradicional escudo madrileño, que antaño representara al oso y al madroño. Por el momento, han dejado al oso.

Como ha denunciado la oposición, todas las obras (de las que su amigo Florentino Pérez se ha llevado la parte del león, a pesar de no haber realizado la mejor oferta) que han convertido a Madrid en un infierno están preparadas para una cadena de inauguraciones que culminará en vísperas de las próximas elecciones municipales de 2007. Gallardón sabe que un alcalde que no deje huella en su ciudad no puede dar el salto hacia la alta política.

Sin embargo, este es el problema. Desde Génova, Mariano Rajoy ha hecho saber a Gallardón que su próximo objetivo electoral será repetir en Madrid. Y es que, si tal y como la prensa extranjera repite, Rajoy sólo tiene una bala en la recámara, en las próximas elecciones generales, sus sustituto no será Gallardón, sino Esperanza Aguirre.