Mientras Juan Pablo II agonizaba en Roma, el Gobierno de Beijing tuvo a bien detener a dos obispos, un sacerdote y un laico. China y Rusia fueron los dos países que Juan Pablo II, más de un centenar de viajes apostólicos, no pudo visitar. En el caso de Pekín, no se debió a la presión de otros grupos religiosos o políticos, sino del mismo gobierno chino, que ha creado su propia Iglesia Patriótica, al servicio del partido. La información la tiene Zenit (Piche aquí).