Se llama Antonio Mexia (en la imagen) y es el presidente de la eléctrica portuguesa EDP. Sí, a la que España permitió adquirir Hidrocantábrico, a cuyo control aspiraba la española Unión Fenosa. Mientras, el Gobierno portugués se negaba a que Iberdrola comprara EDP hasta que consiguieron expulsarla.

No sólo eso, Lisboa puso en marcha lo de antes un chino que un español, lo que recuerda lo de Endesa y Gas Natural: antes un alemán que un catalán. Y así, resulta que EDP no dejó entrar a la española Iberdrola pero sí a la china Three Gorges (Tres Gargantas), a la que ha permitido comprar el 21% de EDP.

Y ha cabreado a toda Europa, porque ha metido al enemigo en casa, en el espacio energético europeo. Pero a los vecinos españoles, nunca jamás.

Pues bien, no contento con el trato de favor que se le ha plantado en nuestro país, el señorito Mexia arremete contra nuestra reforma energética. En una reunión con inversores en Londres este jetadura acusa a Gobierno de inseguridad jurídica: "No puedo estar de acuerdo con los cambios retroactivos que se han dado". Es decir, mete su dedito en el ojo, porque todos los fondos que han financiado Renovables y todos los empresarios de renovables beneficiados por las generosas subvenciones del Gobierno Zapatero acusan al nuevo Gobierno de inseguridad jurídica.

Mire usted, señor Mexia: todo cambio legal implica inseguridad jurídica porque modifica la ley anterior y con ello las condiciones anteriores. Usted como el resto de ecologetas, pretendía aumentar su beneficio con cargo a los impuestos de los españoles y en nombre del medio ambiente. Por lo demás, el propio Tribunal Supremo ha dejado claro que la reducción de las primas a las renovables es lícita mientras ofrezcan una rentabilidad razonable, que ha reducido hasta casi a la tercera parte.

Alguien debería responder a este portugués con mucha jeta.

Eulogio López

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