• La mujer condenada a muerte por ser cristiana y luego liberada recuerda que "hay muchas Meriams en Sudán y en todo el mundo".
  • Explica que en todo momento le acompañó su fe en Dios: "Tenía mi fe en Dios y eso era a lo que me aferraba". 
Recordemos la historia de Meriam Ibrahim, esa mujer cristiana sudanesa que había sido condenada a muerte por un tribunal de Sudán del Norte por haber "renunciado a su fe musulmana". Casada, con un hijo pequeño y embarazada, fue encarcelada. En la misma cárcel dio a luz a su hija Maya, con cadenas en las piernas. Hasta que finalmente fue liberada por falta de pruebas.

Meriam vive actualmente en New Hampshire, Estados Unidos, donde viajó desde Sudán el pasado mes de agosto. La situación provocó una amplia campaña de apoyo, que tuvo un gran seguimiento en medios de comunicación y redes sociales en todo el mundo bajo la etiqueta #SaveMeriam.

Pues bien, ha concedido una entrevista a Fox News -recogida por Infocatólica-  en la que declara que, a pesar de las dificultades que vivió durante su estancia en la cárcel, en todo momento le acompañó su fe en Dios: "La situación era difícil, pero yo siempre sabía que Dios estaba a mi lado, y en toda situación yo mantenía mi fe en Él".

Meriam contó como, tras ser sentenciada, durante tres días le presionaban para que renunciara a su fe cristiana, y así pudiera salir. Sin embargo, se mantuvo firme: "Tenía mi fe en Dios y eso era a lo que me aferraba". Ella sabía que podía morir, sin embargo, no estaba dispuesta a renunciar a su fe: "La fe es mi vida. Si no tienes fe, no estás vivo".

Asimismo, esta cristiana tuvo palabras para recordar que hay muchas personas en una situación semejante a la que ella vivió: "No soy la única que ha sufrido este este problema". "Hay muchas Meriams en Sudán y en todo el mundo. No soy sólo yo".

Y agregó: "Con respecto a los cristianos [en Sudán] es un hecho bien conocido que viven en circunstancias difíciles son perseguidos y tratados con dureza".

Ahora Ibrahim, Wani y sus dos hijos tienen el asilo concedido en Estados Unidos. Una ayuda que, sin embargo, le fue negada antes de su encarcelamiento, dado que acudió a la embajada en busca de ayuda, pero el cónsul se negó a escucharla. A pesar de ello, mostró su agradecimiento al embajador por su trabajo para su liberación.

"Todavía no tengo una vida estable en New Hampshire, pero es mejor que la cárcel", dice Ibrahim. Sus planes pasan por seguir peleando por la libertad en su tierra. "Me gustaría ayudar a la gente en Sudán y África, especialmente las mujeres y los niños, y promover la libertad de religión".

Finalmente, dijo que daba "las gracias a los cristianos de todo el mundo por su apoyo", pero dijo que todavía "necesito que sigan orando por mí".

José Ángel Gutiérrez
joseangel@hispanidad.com