Comienza la trigésima cumbre del MERCOSUR, en la ciudad argentina de Córdoba. En esta ocasión el anfitrión es Néstor Kirchner cuyo espíritu montonero le lleva a hacer una extraña mezcla de populismo y progresismo hispanos, explosivo cóctel que puede acabar en cualquier sitio pero que nunca acabará bien. Entre los populistas destaca el tirano Fidel Castro, el venezolano Hugo Chávez y el boliviano Evo Morales. Que nadie se asuste, pero personalmente, prefiero el populismo rancio de Chávez y Morales al progresismo moderno del argentino Néstor Kirchner, la chilena Michelle Bachelet o el uruguayo Tabaré Vázquez, a fin de cuentas a los sargentos chusqueros tipo Chávez el dictador Castro ya sería otra cosa- se les ve venir desde lejos, mientras que la progresía de Bachelet o Kirchner apoya el imperio de la muerte y fomenta el racismo antiindígena con idéntico entusiasmo al de cual cualquier país europeo.

En cualquier caso, hablamos de MERCOSUR, es decir de apertura de fronteras económicas entre los distintos países del área hispana. El espíritu de Kirchner se deja ver en el hecho de que haya reservado el preámbulo de la cumbre a recibir al venezolano Hugo Chávez, es curioso, el asunto clave en la economía iberoamericana, que no es otro que la seguridad jurídica es más respetado por el populista Chávez que por el progresista Kirchner. Por decir algo, la española Repsol-YPF tiene menos problemas en Venezuela que en Argentina. Y Endesa ha topado con el muy progre nacionalismo de Chile y Argentina, dos países que se lo piensan dos veces para identificarse como latinoamericanos. Precisamente, entre la frontera entre populistas y progresistas merodea el brasileño Lula Da Silva, que no está cabreado con George Bush sino con Evo Morales. Y lo que es más importante de todo, los países progre-occidentales (Argentina sería el arquetipo) son más corruptos que los dominados por el populismo indigenista. Curioso, ¿verdad?

En definitiva, ni el populismo ni el progresismo van a dar respuesta a las necesidades económicas del mundo hispanoamericano. El crecimiento económico en la zona se está dando a costa de unas duras condiciones de vida para los trabajadores, en una zona donde imperan los salarios bajos, el despido libre y mal pagado. Está claro que el mundo hispano precisa de unas condiciones mínimas -en román paladino, de unos salarios dignos- y de un mínimo estado del bien estar, especialmente en educación y sanidad. Cuando toda la zona hispana presente ese punto de partida común podrá hablarse de levantar las fronteras comerciales e incluso ampliar esa apertura de fronteras al gigante del norte, a Estados Unidos.

Porque la alternativa al MERCOSUR es el ALCA o Acuerdo de Libre Comercio que pretende Washington. Sólo que el ALCA parte de una desigualdad que le hace inviable: George Bush pretende la libre circulación de capitales y productos pero no de personas. Y ese tipo de globalización parcial sólo conduce a acentuar las diferencias entre ricos y pobres. En este punto el semidictador Hugo Chávez tiene toda la razón.

Eulogio López