Blanco abre la puerta del Congreso a la salida de los ex ministros de Zapatero Ya van tres. Tras la salida de Jordi Sevilla y César Antonio Molina, ahora se suma el de Pedro Solbes. Probablemente el más sonado. Fue vicepresidente y recaló de Bruselas llamado por Zapatero para tranquilizar a los mercados. Pero las desavenencias llegaron en el minuto uno. Y Solbes no supo imponer ni defender su autoridad. Cometió el error de repetir legislatura. Y le pilló el toro de una crisis que no fue capaz de gestionar ni de afrontar. La salida obedece a su intención de mantener cierto equilibrio en las cuentas. Un equilibrio que había sido construido gracias a su obsesión reconocida por el superávit y el control del ratio deuda. Aquello saltó por la crisis. Y con aquello, su credibilidad y su encaje.
Es ya el tercer ex ministro que abandona su escaño. Ninguno de los que forman el Valle de los Caídos ha sabido reubicarse en el grupo. Y así no es extraño que se produzca un desfile. Que alguien que se ha sentado en el Consejo de Ministros se le abandone en el cementerio de elefantes, es indignante. Máxime cuando un Pepiño Blanco afirma que es saludable que estas personas busquen un ajuste en el sector privado en lugar de estar en la segunda o tercera fila del Congreso desaprovechados. ¿Les está criticando su pasividad o les está echando? Y atención, porque todavía quedan ex ministros en el Congreso: Mercedes Cabrera, ex ministra de Educación, autora de la LOE; Bernat Soria, ex ministro de Sanidad, impulsor de la nada; y por último, Mariano Fernández Bermejo, de profesión, cazador.