Ya lo decía Chesterton: La educación en libertad no existe, porque si dejas libertad a un niño siempre elegirá no ser educado en modo alguno. Y si elige lo contrario... entonces hay que llevarle al psiquiatra con urgencia. Los niños que anhelan ir al cole para educarse son carne de cañón. Maquetas de adulto sumiso a cualquier tirano. Y, en cualquier caso, un poco gilipollas.

Tampoco hay educación sin esfuerzo. Y para obligar al esfuerzo viene bien la disciplina pero también la competencia. Con la competencia ocurre lo mismo que con el estrés: una competencia excesiva es contraproducente, enerva y deshumaniza, pero la ausencia total de competencia convierte a los hombres en borregos infrahumanos. En los cementerios hay mucha estabilidad y nula competencia. Un poco de estrés resulta muy positivo para la salud psíquica de los pueblos. La vida es riesgo; por eso es bella. 

Planteados tan sanos principios, vamos con la política educativa del PSOE, que ayer planteó María Jesús San Segundo, mujer perteneciente al a cuadra Gregorio Peces Barba, a quien la comunidad universitaria española conoce como Gregorio San Primero... y por algo será. El Mundo, por una sola vez y sin que sirva de precedente, ha acertado con el titular: Un alumno podrá llegar al final de la ESO con 12 asignaturas suspendidas. Es el estilo del talante zapateril: no exijas esfuerzo a la gente porque a la gente no le gusta esforzarse. No intentes mejorar la vida del pueblo : sólo hacerle la vida mas cómoda. Comodidad: he aquí el concepto clave del progresismo. No se busca la felicidad, sino la comodidad.

Así, El País, cuya función actual consiste en resaltar las virtudes de la política de Mr. Bean (por ahora no ha encontrado ninguna, pero el éxito se espera a cada instante) resalta que se trata de una reforma educativa prudente. La virtud de la prudencia es una de las peor comprendidas. Ese gran periodista llamado Fernando Ónega fue quien acuñó el concepto de sociología política, que no es una disciplina académica, al menos no sólo es eso, sino que significa algo parecido a: Dale al votante lo que espera los instintos más primarios del votante. Claro que Ónega ni hizo acompañar su invención de otra, perteneciente a Raymond Aron: La sociología es el opio de los intelectuales. Y Aron acuñó otra frase: La sociología es el opio de los intelectuales. Pues bien, la sociología política o periodística es de lo más prudente: en educación produce indocumentados nescientes sin desasnar pero, eso sí, muy conscientes de sus derechos: tendrán un título por calentar la silla, que no es poco esfuerzo el acudir a clase, al menos casi siempre, a las 9 de la mañana.

No hablamos de clases de religión ni de ideología, aunque todas las asignaturas tengan ideología. No hablamos de formación, sino de mera erudición, de meros conocimientos técnicos, que es a lo que se ha reducido el llamado sistema educativ simplemente, la reforma de San Segundo provocará asnos, en un país como España, cuyos escolares ya figuran a la cola de Europa en conocimientos matemáticas o, lo que es aún más grave, lingüísticos, históricos y filosóficos. Al final acabamos en el Lejos de nosotros la funesta manía de pensar, que rezaba el famoso lema universitario de la era fernandina (me refiero a Fernando VII, no a Fernando Alonso). Y es que pensar también exige esfuerzo, disciplina, hacerse violencia, todos esos conceptos de lo más cavernícolas. Diga que sí señora Ministra: Menos matemáticas y más condones.

Pero Mr. Bean es prisionero de sus años de oposición demagógica al PP (que, dicho sea de paso, tampoco hizo gran cosa en el sistema educativo): la oposición a la Ley Orgánica de Educación de la ministra Pilar del Castillo (esta quería esfuerzos, peor sólo esfuerzos técnicos) le obliga ahora a satisfacer toda la demagogia desatada con aquellas manifestaciones estudiantiles contra el opresor Aznar. Zapatero es, en verdad, esclavo de su pasado, sea del 11-M, de la oposición a la LOCE o de su canto al matrimonio gay.

Ahora bien, ¿triunfará la reforma educativa de San Segundo? Pues probablemente sí. Primero porque lo dice El País, segundo porque los socios parlamentarios del Gobierno son tan amantes de la educación en libertad, es decir, de la vida muelle, como cualquier otro. Pero también porque los principales educadores, que no son los profesores, sino los padres, están cayendo en esa maravilla del liberalismo educativ Laissez faire, laissez passer. Les cuento una pequeña historia personal: Semanas atrás uno de mis hijos, 12 años de edad, había sido invitado al cumpleaños de un compañero de colegio. El padre del homenajeado consideró que, al cumplir 13 años, un niño tiene derecho a elegir qué quiere hacer en su cumpleaños. El susodicho quería ir al cine, y hasta ahí la cosa fue bien. Luego se planteó qué película ver, y entonces el precitado apuntó la más morbosa de la cartera, al menos la más morbosa entre las accesibles a su edad: Blade Trinity. Me negué a que mi hijo fuera a ver tal película, una negativa siempre desagradable por cuanto supone impedir a un chaval que celebre un cumpleaños con sus amigos, amén de colocarme en el lado de los reaccionarios, pero el padre del susodicho insistió en que él debía dejarle libertad a un niño que cumplía años, ahí es nada, su décimo tercer cumpleaños. Supongo que el principio hubiera resultado de igual aplicación si el susodicho ciudadano de 13 años hubiese elegido El Imperio de los sentidos o El virgo de Visanteta, y todo ello en nombre de una educación en libertad.

Naturalmente, y además de lo de Chesterton, la verdad es que susodicho no disfruta de mas libertades que aquellas que aluden a su formación. Quiero decir que su padre no le da a elegir cada día entre ir o no ir al colegio. Le obliga a hacerlo en tiempo y forma, y a ser puntual, y a hacer los deberes, y a dormir en casa, y a o beber alcohol, a no fumar, a no contestar de forma desabrida (especialmente a su padre), a acudir de vacaciones con su familia, a comer aunque no le apetezca, y hasta lavarse los dientes por la noche. Para lo único que tiene libertad es para ir a ver aquellas películas que no puede asimilar, y que van a herir su camino hacia la madurez. O mejor dich educamos coactivamente, salvo en aquellas normas, preferentemente morales, que los padres no están dispuestos a cumplir. Supongo que porque el único predicador válido es Fray Ejemplo.

Con ciudadanos como el padre del susodicho, no lo duden: la reforma educativa del PSOE será un éxito. Y la generación que estamos formando será aquella misma que, tras una educación en libertad, decida que no puede perder su tiempo en cuidar de sus padres ancianos, por lo que decretará la muerte digna de sus ancestros. Pero ojo, lo decretará con entera libertad, lo que no deja de resultar muy consolador.

Eulogio López