Me encanta escuchar a los responsables de Citi y de Asesores Financieros Internacionales (AFI), hablar en televisión de aquel día, un año atrás, en que la quiebra de Lehman Brothers les puso contra las cuerdas.

Mi espíritu se alimenta cuando oigo a un Botín, el mayor vendedor de bonos Lehman en España, utilizar el aniversario de la quiebra para marcar las diferencias con la banca española. Que en efecto las hay pero, hombre, no debería ser él quien lo recordara.

Y más: en nuestro resumen de radio y TV algunos entusiastas defensores del Sistema se han rasgado las vestiduras en defensa de Lehman y de los planes de rescate que evitaron más quiebras. Mi postura es la misma de ayer: lo único bueno que hicieron Bush y Obama fue dejar que Lehman quebrara, y tenían que haber hecho lo mismo con Citi -salvado gracias a las ayudas públicas- y con el resto de bancos especuladores cuya codicia y estupidez habían provocado la crisis.  

Y alguno ya empieza a caer de la burra, al percatarse de que el problema no estriba en reducir los sueldos de los especuladores sino en grabar la especulación. En este sentido, interesante reportaje el de Expansión, con Adair Turner, presidente de la Autoridad Financiera del Reino Unido (FSA), el hombre que empezó a hablar de actividades socialmente inútiles de la banca. Es la mejor definición de finanzas especulativas: la especulación es todo aquello que, de ser suprimido, no provocaría ningún problema a la economía real... aunque sí a los especuladores.

Y más: en El Economista, el gran Paul Volcker, ahora asesor de Obama, interpone el primer pero con los fondos de alto riesgo -es decir, alto riesgo para el prójimo- otro fenómeno, que no el único, de finanzas especulativas.

El sentido común siempre se abre paso por encima de los intereses, ligeramente espurios, de los... abajo-cobrantes. Lo que pasa es que cuesta mucho.

Eulogio López

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