Memorias de una geisha es la traslación cinematográfica de la novela homónima de Arthur Golden, que se convirtió en todo un best seller a finales de la década de los años 90. Narra la historia de Sayuri, una campesina vendida a los 9 años por su padre, que llegará a convertirse, con el paso del tiempo, en la geisha más famosa de la ciudad. No obstante, ese camino estará plagado de espinas y Sayuri pronto comprenderá que el destino de una geisha no es tan agradable como parece. Tratada como una mercancía de alto valor, todos los aspectos de su vida están controlados: ni tan siquiera podrá elegir a la persona amada. Esta exótica película arranca en el año 1929 y termina tras la derrota nipona en la Segunda Guerra Mundial, en 1946.

 

Según ha confesado el director, Rob Marshall (Chicago) lo que más le atrajo de esta historia es que habla de un mundo que desapareció como tal: el que se desarrollaba en los hanamachi, es decir, los barrios de geishas. Un mundo difícilmente comprensible para el espectador occidental actual que no acabará de ver esa insistencia oriental en diferenciar entre una geisha y una cortesana de lujo, cuando la geisha (como queda patente en esta película) vendía su virginidad al mejor postor y solía tener un protector.

 

Si pasan por encima de estas consideraciones, y esos apartados ciertamente sórdidos de la vida de una geisha (que en esta película están retratados con bastante elegancia, sin escenas explícitas), pueden disfrutar con Memorias de una geisha, una película visualmente bellísima, con una cuidada puesta en escena, una excelente banda sonora (John Willians) y unas magníficas interpretaciones a cargo de las tres mejores y mas bellas actrices chinas del momento : Zhang Ziyi (La casa de las dagas voladoras), Michelle Yeoh (Tigre y dragón) y Gong Li (Sorgo rojo, 2046 etc) que encarnan, respectivamente, a la heroína de esta historia, Sayuri, a su mentora, Mameha, y a la terrible rival de la protagonista.

 

Para: Aquellos adultos que disfruten con los melodramas románticos aunque contengan apartados sórdidos