Al parecer hay miedo a que el gamberrismo francés se traslade a España. Pero, no se sabe por qué razón, cuando se oye hablar de centenares de coches quemados en Francia se piensa en jóvenes islámicos. Y la inmigración islámica es tremendamente agresiva en España, pero no violenta. Tras el 11-M, no lo necesita (al menos hasta que Ben Laden enloquezca de nuevo o crea que la victoria conseguida tras modificar un Gobierno por un acto terrorista, ya ha caducado y hay que volver a atacar Al Andalus.

No, el Gobierno español es el de la Alianza de Civilizaciones, aunque Zapatero alabe la postura de dureza empleada por el Gobierno francés por cierto, resulta que la mano dura funciona- vive en el ensueño de la Alianza de Civilizaciones, y no dice lo mismo en París que en Rabat.

No, la invasión islámica de España tiene otra vía. Tomemos el ejemplo de Cataluña, la región española con más inmigrantes islámicos. El 28 de octubre, el diario El Segre, publica el siguiente titular: Los comedores escolares sirven más de 200 menús diarios sin cerdo para musulmanes para no violentar las creencias religiosas de sus padres. Se habla sólo de institutos, por lo que la cifra resulta significativa, pero el problema se está planteando en todos los centros escolares de la provincia, especialmente los públicos, e incluso algún director ha decidido que mejor que seleccionar, lo que hay que hacer es suprimir totalmente la carne de cerdo para todo el mundo. Muerto el perro se acabó la rabia. Es decir, la minoría se impone a la mayoría, por la sencilla razón de que la minoría está dispuesta a defender sus derechos, e incuso algo más que sus derechos, sus deberes, y la mayoría aborregada calla. La insolencia de las minorías y el aborregamiento de las mayorías es el verdadero problema de la inmigración, no la apertura de fronteras.

La empresa de catering, Alessa, lo explica así. Es algo que cada día va a más, e incluso algunos padres nos piden que la carne proceda de animales matados de cara a La Meca, pero eso ya es casi imposible para una empresa.

Para una empresa y para una sociedad. Todavía recuerdo aquel caso del musulmán de un pueblo barcelonés, que exigió a la directora del centro que retirara los crucifijos de las aulas porque herían su sensibilidad. Naturalmente, se le hizo caso. A fin de cuentas, algunos cristianos del pueblo se apresuraron a apoyarle: el crucifijo les molestaba a ellos más que al musulmán.

Es la tiranía de las minorías, que no se produce porque sí, sino aplicando aquella diatriba del Imán de El Cairo, dirigida a los occidentales: En 100 años vuestras mujeres vestirán velo, porque nosotros creemos en algo y vosotros no creéis en nada.

Es evidente que los catalanes deben seguir consumiendo jamón, que está buenísimo, que las minorías deben ser respetadas, pero no imponerse a las mayorías. Y también es verdad que para que te respeten hay que empezar por respetarse a uno mismo.

Eulogio López