Montilla se da cuenta ahora de hasta qué punto ZP le ha engañado. En Moncloa callan, pero apuestan por un Gobierno de coalición, o la menos un acuerdo de gobernabilidad, entre CIU y PSC. Cataluña certifica el divorcio entre los políticos y la ciudadanía

Los resultados de las elecciones autonómicas catalanas (http://www.parlament2006resultats.cat/auto/AUFTOP_L2.htm) no ofrecen lugar a dudas, la experiencia dentro del escaso margen de inteligibilidad que ofrece una abstención tan abrumadora podemos concluir que la experiencia del Tripartito ha sido un desastre y que de ello se ha beneficiado el nacionalismo de CIU, uno de los partidos que más corrupción ha sembrado en la democracia española, la formación del 3% como la calificara Pasqual Maragall, una grosería pero muy cierta. El caso es que, esta vez, ha ganado tanto en votos como en escaños, mejora su participación parlamentaria y ahora Artur Mas tiene que elegir: o se arroja en manos del vértigo independentista de ERC o pacta un acuerdo con el PSC de José Montilla.

Esta segunda opción es la más deseada por Moncloa, aunque Rodríguez Zapatero se cuidará muy y mucho de decirlo en voz alta. Y eso, porque en estos momentos José Montilla debe ser consciente de que hasta que punto ha sido engañado por su jefe de filas. Con medias palabras, y a día de hoy, continúa vigente el pacto ZP-Mas: CIU recuperaría la presidencia de la Generalitat y apoyaría al PSOE en el Legislativo e, incluso, entraría en el Gobierno de España, para aislar definitivamente al Partido Popular.

La personalidad de Artur Mas es muy curiosa: sería capaz de cualquier cosa con tal de convertirse en President, y al mismo tiempo José Montilla ha caído en la cuenta del engañ ahora ya no le queda ninguna duda de que Zapatero apostaba por su adversario. ¿Será capaz el líder socialista de rebelarse contra Zapatero y plantear, una vez más, un Tripartito? Sería un verdadero cisma en el PSOE.

Por lo demás, los resultados catalanes revelan el cisma entre políticos y ciudadanos, sin duda el problema más grave de las democracias en el momento actual. Fortísima abstención, de casi un 44%, a pesar de toda la tensión política vivida estos tres años.