Varios lectores se han puesto en contacto con la redacción de para puntualizar la información que este lunes publicábamos sobre el nombramiento de Gil Casares como embajador en Madagascar. Antonio Millán, por ejemplo, advierte que Gil Casares es nombrado embajador en Madagascar no de Madagascar. Aceptado.

Millán y otros advierten también que Gil Casares fue nombrado embajador en Sudáfrica en septiembre de 2005. Aceptado también, aunque podía deducirse al mencionar que su nueva embajada tendría sede en Pretoria. Lo que pretendimos fue censurar que un diplomático de recorrido y prestigio en la carrera haya sido marginado a una embajada de tercera tan sólo porque fue el hombre que abrió las puertas de Estados Unidos al anterior gobierno Aznar. ¿Cómo aspira Moratinos a recuperar las buenas relaciones con el Imperio?

Además, el Gobierno presume de desplegar una intensa actividad diplomática con la apertura de nuevas embajadas. En realidad se trata de una acreditación múltiple, como muy bien nos señala Antonio Millán. O sea, no hay nuevas embajadas, si acaso ampliación de funciones.

Este intervencionismo político en la carrera diplomática está empezando a molestar al cuerpo diplomático que ya ha anunciado su intención de formar un sindicato para tratar de recortar la presencia partitocrática en una que debía ser de Estado. Los prejuicios ideológicos no siempre son compatibles con los intereses de Estado. Por eso, las declaraciones de la secretaria de Estado de Cooperación, Leyre Patín, en el sentido de que no quería en su secretaría ni hombres ni diplomáticos ayudan poco a recuperar la cordura en la imagen exterior de España.

Carta de Antonio Millán:

Estimado Sr. Director:

Leo con mi habitual interés su boletín diario y llego a la noticia " El Gobierno nombra a Ramón Gil-Casares embajador de Madagascar". No resisto la tentación de enviarle estas líneas para rogarles un esfuerzo adicional por mantener el rigor que distingue a Hispanidad. En primer lugar, el Sr. Gil-Casares no puede ser "embajador de Madagascar" puesto que es embajador de España, no de la República de Madagascar; la expresión es desacertada pues debe decirse "embajador EN Madagascar".

Además, lo que es más importante, reconozco mi estupefacción por la ironía utilizada en el artículo. El Sr. Gil-Casares es embajador de España en la república de Sudáfrica, con capital en Pretoria, desde septiembre de 2005. No me corresponde juzgar la conveniencia de semejante destino diplomático para un magnífico funcionario y mejor persona que ha ocupado puestos de gran responsabilidad en el servicio exterior. Simplemente señalaré que Sudáfrica es una de las grandes embajadas de España en el continente y que el régimen de acreditación múltiple en países de menor tamaño o importancia relativa (para España) es muy habitual, sin que eso suponga demérito o menoscabo alguno ni para el funcionario español ni para el país receptor.

Atentamente

Antonio Millán