Sr. Director:
Me impresiona el cinismo que tienen los políticos de nuestro país.

 

El Sr. Mariano Rajoy tuvo la oportunidad  abiertamente de declarar que su partido abolirá el aborto pero sin embargo decidió no comprometerse y como el típico político que nada entre dos aguas decidió poner su ambición por el poder primero, y eligió acallar su conciencia de una forma descarada. Ningún católico en nuestro país votará en las próximas elecciones por un abortero. Para muestra ya tenemos un botón: Rodríguez Zapatero.

En estos momentos no hay nadie en el PP que nos pueda asegurar que los valores esenciales de nuestro pueblo de tradición católica de raíz democrática y esencialmente conservadores sean respetados por sus políticos. Hasta la fecha no existe en el PP una persona que pueda ser elegida para reemplazar a Zapatero y su Gobierno destructivo, que gobierna con una carencia  absoluta de decencia legislativa que proteja los derechos humanos tan importantes y vitales factores para sostener una sociedad civilizada.

¡Como muchos países lo están haciendo ahora! quizás la única forma de defender el derecho de vivir en nuestra democracia, y conseguir que se vuelvan a respetar la religión y las leyes dictadas por gobernantes y políticos que protejan a todos los ciudadanos sin distinción de clase o religión, nuestro pueblo tendrá que echarse a la calle para obligar a los políticos a que defienda de una vez y para siempre.

Nuestros derechos de subsistir como católicos de tradición. Hay que obligar a estos políticos de que se abstengan de atentar despiadadamente contra la vida de un ser que no ha nacido que como todo ser humano tiene el derecho de vivir y ser protegido por las leyes de nuestro país. Estos valores son vitales cuando estos son respetados en sociedades con leyes civilizadas que son dictadas por gobernantes decentes que protegen  a los más débiles y los más desamparados.

Los gobernantes dictadores, de hecho, son barbáricos que matan sin compasión y carecen de respeto por las leyes de Dios y de los hombres.

Concepcion M. Losada