Si iban vestidos de homosexuales, utilizaban nombres andróginos y se comportaban como homosexuales, cabe suponer que fueran homosexuales.

Lo cuenta muy bien la agencia AICA: La Plata, cuyo obispo es Héctor Aguer (en la imagen), fue profanada por homosexuales que, aprovechando un descuido de la vigilancia (¿Por qué tiene que haber vigilantes en los templos católicos, cada vez más), se pusieron a hacer una mofa de los sacramentos, de la confesión y la comunión.

Lo bueno de estos miserables es que saben que los católicos tenemos instrucciones de no responder al mal con el mal y que la violencia sólo nos está permitida en casos graves y extremos de legítima defensa. Porque claro, si los homos de AICA se hubieran burlado de Alá en una mezquita árabe ahora mismo no existiría lobby gay en la Plata: habrían sido degollados.

El homosexualismo supone la reedición del cinismo por el que el verdugo se convierte en víctima

Los católicos respondieron con una eucaristía de desagravio. Fue entonces cuando monseñor Aguer habló de los homosexuales, no para ofenderles, como pueden leer en AICA, sino para identificarles y aconsejarles.

Allí fue Troya: el lobby, esos chicos-víctimas que se comportan como verdugos, arremetieron contra el obispo. A ver, monseñor: demuestre usted que hemos sido nosotros.

Monseñor Aguer ha respondido con claridad y precisando sus palabras. Lo hace por caridad, claro, por la caridad que ellos desprecian, y esto da razón de por qué nunca seré obispo: si por mí fura les hubiera respondido de otra forma.

O regulamos los delitos contra la libertad religiosa o acabaremos a tortas

También se puede acudir a la vía legal. Ahora bien, como ya explicáramos en Hispanidad, jueces y policías aseguran que las profanaciones de templos y sagrarios -lo más relevante para un cristiano-, son hurtos menores, dado que no atentan contra la propiedad privada y no caben en el código penal salvo como faltas leves. Bueno, ya sabemos que toda ley conlleva una interpretación. ¿Les cuento cuál es la interpretación actual de la norma Pues que no hace falta perseguir a esos miserables que atentan contra el Santísimo porque el Santísimo es un trozo de pan y porque, además, los católicos nunca se van a liar a golpes.

Pues mire usted, o regulamos las profanaciones y las ofensas cristófobas o aquí vamos a acabar todos a tortas.

Posdata. No, la libertad religiosa de los cristianos no es una prioridad del Gobierno Rajoy.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com