Doña Pilar Manjón es un monstruo de la imagen. Ha descubierto en pocos meses lo que a otros les cuesta años de esfuerzos y sinsabores: si quieres triunfar en la sociedad de la imagen lo que tienes que hacer es colocar la yema del dedo justo en la llaga del prójimo. De ese modo, consigues dos cosas: que los tuyos te jaleen como a su heroína y los contrarios se pongan histéricos, aúllen por el dolor y queden como los perdedores. Es conocida la máxima del mundo de la imagen: el que se enfada, pierde. O lo que es más grave: el que se enfada no tiene razón, aunque la tenga.

Dicho y hecho. Doña Pilar se ha plantado en la Congreso Víctimas del Terrorismo con la sana idea de tocar todas las llagas posibles, Y así, ha lanzado un canto a Gregorio Peces-Barba, el alto comisionado para las víctimas, aunque la Asociación de Víctimas del terrorismo considera que es un comisionado contra las víctimas y a mayor gloria del Gobierno. Así, en un congreso macado por la estruendosa ausencia de Rodríguez Zapatero, doña Pilar se ha deshecho en elogios ningún arma hay tan mortífera como el elogio- hacia el gran legado que va a dejar Peces-Barba en su defensa de las víctimas.

La verdad es que el legado de don Gregorio es copioso : va a dejar una universidad socialista pagada con dinero público, verdadero tanque de ideas donde se investiga constantemente y se llega a conclusiones tales como que la palabra 'dios' ha dejado de tener sentido para la mayoría de los españoles. Por menos de eso, se han otorgado muchos nobeles y príncipes de Asturias. Pero, eso sí, dentro de su legado hay que recordar el hecho de que ha creado muchos puestos de trabajo para todos aquellos que tenían carnet del partido.

Es cierto que Peces-Barba no ha tenido mucho tiempo para defender a las víctimas, entre otras cosas por las horas empleadas en la defensa de la homosexualidad y en comerse a los curas crudos, pero a cada uno lo suyo : ahí queda su legado. Por último, y no es la aportación menor, Peces ha ofrecido a Zapatero la coartada de la honorabilidad en la negociación emprendida con la banda terrorista ETA.

El papel de Manjón no ha sido menor. La Generación Manjón es la viva imagen de la España de hoy, marcada por el feroz atentado del 11-M de 2004, al igual que toda la política del Gobierno Zapatero. Si los socialistas necesitan ocultar permanentemente la repugnante idea de que llegaron al poder aupados sobre 192 asesinados de forma legítima, sí, pero sobre 192 cadáveres- gente como Pilar Manjón les ha proporcionado una coartada mucho mejor que la del ex presidente del Congreso y padre de la Constitución: la de las propias víctimas. Aunque la mayoría de las víctimas de l 11-M están en la AVT, a la que tanto desprecia Manjón, lo cierto es que doña Pilar es una mina para el Gobierno, porque representa a esa generación española dominada por el síndrome de Estocolmo, que es, todo hay que decirlo, una demostración de cobardía. Para Manjón, no fue el fundamentalismo islámico quien asesinó a su hija en los trenes del 11-M, sino la derecha española; para Manjón, fue José María Aznar quien mató a su hijo. Síndrome de Estocolmo en estado puro, búsqueda desesperada de la parte buena del secuestrador mientras se critica ásperamente a quien puede ayudar lo esté haciendo com pericia o impericia-, y sobre todo, conversión del dolor en odio. A Zapatero le viene de perlas gente como Peces-Barba pero aún más gente como Manjón.

Respecto a la negociación con ETA, es posible que al final, haya que dialogar con terroristas filoterroristas y demás canalla. Ahora bien, lo que no se puede es mentir. Zapatero tampoco puede creer en su propio síndrome de Estocolmo consistente en intentar justificar a los etarras mientras se culpa al adversario político de ser el causante de la violencia en Euskadi. Porque eso sí que sería un insulto y, además, un paso atrás en el camino hacia la paz. Sí también un paso atrás: a la paz se llega por la justicia y el perdón, jamás por la mentira. Y lo cierto es que el único culpable de los crímenes de ETA, es ETA.

Eulogio López