Sr. Director:
El reciente caso de la persecución y martirio de un joven matrimonio católico en Pakistán por no haber aceptado abandonar su fe y convertirse al Islam no es una anécdota.

 

La violencia contra los cristianos, en algunos países islámicos, es una realidad que, aunque no suficientemente divulgada, pone en evidencia la existencia de un mundo que no acepta uno de los principios básicos sobre los que articular la defensa de la dignidad humana: el derecho a la libertad religiosa. Son múltiples las causas por las que se produce este tipo de persecuciones, que se está extendiendo en determinadas zonas ante la pasividad de Naciones Unidas, de los organismos internacionales, de los países occidentales y el beneplácito de la Alianza de Civilizaciones (AdeC).

Un ejemplo más cercano lo tenemos en Marruecos, cerca de 500 personas han sido expulsadas del país por sus creencias religiosas, entre ellas algunas de nacionalidad española, la pasividad de un adalid de la AdeC (Rodríguez Zapatero) ante un atentado a sus propios ciudadanos está sienta patente. 

No se trata sólo de que el Papa condene estos atentados contra un derecho básico y fundamental de la persona. Es necesario que tomemos conciencia de que la inestabilidad en las relaciones internacionales también se ataja con la defensa de la libertad religiosa, termómetro de otras libertades.

Jesús Martínez Madrid