Sr. Director:
Es muy conocida y querida en el mundo del atletismo la fondista palentina Marta Domínguez, a la que hemos tenido la suerte de verla correr y ganar muchas carreras, siempre con su cinta rosa en la frente, su pundonor y su abierta sonrisa.

 

Es, sin duda alguna, la mejor atleta española, no solo por ser campeona del mundo de los 3.000 metros obstáculos, sino por la merecida y brillante carrera deportiva llena de éxitos.

El pasado mes de diciembre saltó a la opinión pública la noticia de su detención por la Guardia Civil, por un presunto delito de tráfico de sustancias dopantes. Curiosamente, qué casualidad, en el momento en que el Gobierno decretó el estado de alarma ante la huelga de los controladores aéreos. Hace unos días conocemos que la Juez encargada de instruir este asunto ha sobreseído y archivado la principal causa contra Marta Domínguez. Pero el daño ya está hecho.

Acudiendo a la hemeroteca, el periódico deportivo de mayor tirada titulaba el día siguiente a su detención: "Marta también era mentira: conmoción en el deporte español" y con el subtítulo: "Domínguez detenida como camello de una red de dopaje". Y así, en líneas generales, casi toda la prensa.

Es lamentable la falta de ética de una gran mayoría de los medios de comunicación, que en vez de informar de forma aséptica y veraz -incluso con duras críticas cuando realmente proceda- dicta sentencias condenatorias, con titulares demoledores, haciendo juicios paralelos, sumarísimos e inquisitoriales, sin prueba alguna, sin oír a los presuntos culpables, ni a sus defensas, faltos de la más elementales normas de cautela y prudencia, laminando el derecho constitucional a la presunción de inocencia. Todo por el sensacionalismo amarillista que utiliza el escándalo, para conseguir mayores ventas, y en el fondo por una falta de respeto a dignidad de las personas. Estamos inmersos en una sociedad selvática, en la que todo vale -que le importa más el morbo que la verdad- hipócrita, carente de escrúpulos, envidiosa, que no admite la excelencia y el trabajo bien hecho -en este caso de la mejor deportista española- y no tiene el más mínimo reparo, de forma injusta, de hacerle un daño irreparable.

Los medios de comunicación tienen una gran trascendencia y enorme responsabilidad, en cuanto transmisores veraces de las noticias, opiniones y corrientes de pensamiento. La utilización con fines espurios, para manipular o conformar estados de opinión al antojo de intereses económicos, políticos, e ideológicos, contrarios a la verdad, les descalifica de raíz. Por el contrario, en un estado democrático, siempre se ha dicho que constituyen el cuarto poder, máxime cuando los tres primeros apenas se distinguen porque son uno mismo. Por eso es recomendable que critiquen, incluso de forma acerada, al poder, siempre con argumentos y la verdad. Ahora ha sido un deportista, pero cada día contabilizamos a víctimas de toda índole: políticos, ciudadanos normales, profesionales… Se impone la exigencia de unos medios de comunicación que observen unas normas mínimas de deontología profesional, en donde primen los valores y principios,  de forma que contribuyan al bien de la sociedad.

Javier Pereda Pereda