El ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno Rajoy, José Manuel García-Margallo tiene cara de malo, de tipo duro, lo cual es muy útil para su labor, supongo, pero mientras llegue a algo más que a apariencias.

Ya demostró su dureza con Argentina en el caso YPF: alzó la voz y amenazó. Al final, consiguió una bonita expropiación no pagada, un robo en toda regla.

Con Gibraltar ha vuelto a ocurrir lo mismo. Una colonia que sí, que es un paraíso fiscal y una base militar británica en pleno territorio español, decide cuáles son sus aguas territoriales con lupa. Vamos, que podían haberlas limitado en Ayamonte.

Los pesqueros españoles, pequeños pesqueros de bajura, tiran sus redes en la zona según acuerdo con los británicos, pero a la Royal Navy no le gusta y se dedica a amagar con hundirlos y a burlarse de la Guardia Civil. Por cierto, cuatro miembros de la Benemérita fueron detenidos en las famosas aguas, como si fueran delincuentes.

Intolerable, ciertamente. Entonces, Margallo viaja a Londres para exigir que cambie de opinión. Ante las cámaras, especialmente las cámaras españolas, se muestra inclemente, según costumbre.

Hasta aquí el previo. El final de fiesta es que, tras tan elevada cuestión, ambos ministros, el Foreign Office y el de Exteriores, deciden animar a los suyos, es decir, a Gibraltar, base militar los ingleses, y a los pescadores de la zona, los españoles, que lleguen a un acuerdo. ¡Qué exitazo Margallo! Has demostrado que entiendes a los ingleses.

Es decir, que unos humildes pescadores van a negociar con los llanitos, que va acompañado por las lanchas de la Navy, que ha convertido el peñón en su base militar, con reportajes incluidos para submarinos nucleares (recuerden el navío que se tiró meses en reparación, en la Roca).

Margallo, príncipe, has hecho el ridi.

Los británicos, como cualquier otra diplomacia que se precie, sólo entiende de fuerza. Por eso, lo que debería hacer el Gobierno Rajoy, en lugar de viajar a visitar Londres -una bonita ciudad- sería algo parecido a esto:

1. Encerrar a los británicos en su peñón. Cerrar la verja.

2. Denunciar el acuerdo europeo de cielos abiertos para poner lo más difícil posible el uso de la roca.

3. Proteger a los pescadores, no sólo con las lanchas de la Benemérita sino con la Marina española, que es la homóloga de la Royal Navy que ellos emplean.

4. Prohibir a nuestros bancos que sigan emitiendo desde Gibraltar y bloquear las trasferencias financieras con el Peñón (esto es difícil, pero algo ayuda).

Un matiz: sí, es verdad que no conviene alentar situaciones de tensión que acaben en violencia, pero cerrar la verja no implica violencia alguna: significa enseñarles los dientes a los británicos y que empiecen a discutir de lo que hay que discutir: la soberanía del Peñón, una colonia, un país miembro de la Unión Europea en otro país miembro de la Unión Europea.

Otro matiz. Una vez más, Reino Unido juega con ventaja porque los ingleses no son cainitas, los españoles sí. La izquierda española no está dispuesta a apoyar a Margallo en sus reivindicaciones. Antes, al contrario, lo que quiere es que fracase, porque el PSOE e IU no luchan por España sino contra el Gobierno español. Pero eso me temo que es un asunto sin remedio.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com