Si quieren ustedes leer los pormenores de la operación aquí tienen el comunicado enviado en la mañana del jueves a los medios informativos. Una operación en principio compleja pero con un significado muy sencillo : para convertir la mutualidad MAPFRE en una sociedad anónima, su primer ejecutivo, José Manuel Martínez, reparte entre los mutualistas un fondo de 384 millones de euros. Cuando el valor bursátil de la corporación MAPFRE se eleva a 3.813 millones de euros. Es decir, que Martínez reparte entre los verdaderos dueños del entramado la décima parte del valor bursátil de una de sus filiales.

La verdad es que podría haber repartido incluso menos. Una vez conseguido, el pasado de 15 de junio, la aprobación de los mutualistas, un verdadero cheque en blanco a la operación, todo ha ido rodado. Y dicha aprobación se consiguió con los directivos de MAPFRE presionando a toda la plantilla para conseguir delegaciones de voto entre los mutualistas. Este es el gran problema de las mutualidades: que sus propietarios no se sienten como tales, sino como clientes. Y, en el mejor de los casos, están acostumbrados a que les traten como clientes. A veces, incluso bien.

Ha sido un trágala perfectamente ejecutado por José Manuel Martínez que acabará, previo paso por el esquema de fundación, con una MAPFRE convertida en Sociedad Anónima. Y es rotundamente falso que el equipo directivo de una SA tenga que rendir más cuentas a los accionistas que el máximo responsable de una mutua. El presidente o consejero delegado de una SA mantiene un poder total sobre la compañía y sólo accionistas muy caracterizados pueden plantarles cara en un momento dado. Y es cierto, que los mutualistas no mandan nada en una mutua pero si mandan, y mucho, los directivos que acompañan al líder, en este caso a Martínez. Y que casualidad, miren ustedes por dónde, que Martínez lleve cinco años prescindiendo de todos sus pares, de todos los herederos que dejara el mítico gestor Ignacio Hernando de Larramendi. La conversión en SA no es más que el último paso de Martínez para hacerse con todo el poder. Incluso pasar a la Historia como el modernizador de MAPFRE porque, ya se sabe, que las mutuas son cosa del pasado, lo moderno, lo del siglo XXI, es que no exista otra figura que la de la Sociedad Anónima, siglas que la sabiduría popular traduce, muy acertadamente, como sociedad sin alma.

Por lo demás, a cada uno lo suyo, MAPFRE continúa siendo una empresa rentable y con unos directivos y consejeros que cobran salarios austeros. Claro que esas virtudes ya la tenía como mutua.