Terminado el proceso de bancarización de las cajas de ahorros, les toca a las cooperativas de crédito. La táctica es la misma del sector ahorro: una sobre-estructura, sociedad anónima, con ficha bancaria. La excusa, la de siempre: las rurales necesitan capitalizarse para superar su mal momento. El agujero de Basilea III permite controlar sin nacionalizar

Lo advertimos a finales del pasado año: el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, quiere terminar con las cooperativas de crédito: su sueño es una sola caja rural o, lo que es lo mismo, las más de 100 cooperativas de crédito funcionando de forma independiente pero donde mande una sobre-estructura bancaria, es decir, una sociedad anónima, que opera en forma de CECA. En principio, esa sobre-estructura no sería el Banco Cooperativo Español (encima alemán), donde se agrupan 73 cajas rurales pero podría utilizarse si fuera menester.

Si el gobernador MAFO no ha apretado el acelerador es porque estaba muy preocupado con la conversión de las cajas de ahorros en bancos, algo que ya ha conseguido. Al Banco de España, las rurales, que son más y más pequeñas que las cajas, aún les molestan más: todo tiene que ser sociedades anónimas. La táctica, la habitual: una sobre estructura bancaria que preste servicios sofisticados a las cajas rurales. Es decir, los servicios que las rurales no precisan para cumplir su función social de financiar a los agricultores.

Como en el caso de las cajas de ahorros, de lo que hablamos es de una nacionalización encubierta. O mejor dicho: controlar el sistema financiero sin nacionalizarlo.

En este sentido, el ya conocido en el sector como agujero de Basilea III, preocupa mucho las rurales y las cajas de ahorros: es un pequeño párrafo del borrador (no olvidamos que Basilea III está en gestación) en el que se posibilita al inversor a inyectar liquidez en una entidad que él mismo considera tiene problemas. Y, naturalmente, sería una participación con derecho de voto.

En el entretanto, para convertir a las rurales en bancos, en un solo banco, MAFO utiliza la técnica habitual: exagera la crisis de estas entidades y asegura que necesitan capitalizarse. Como las cooperativas no pueden aumentar de la noche a la mañana sus recursos propios, deberán someterse a lo que decida el Banco de España, al que no sólo no le gustan las entidades financieras que no sean sociedades anónimas o que sean pequeñas. Lo grande, para MAFO, es lo único que es hermoso.

Miriam Prat

Miriam@hispanidad.com