No, si a mí no me parece mal que el gobernador del Banco de España pida a Zapatero nuevos ajustes de cinturón.

Es su labor. A mí lo que me fastidia es que, cuando por intereses ligeramente bastardos, todo el mundo anglosajón, el que controla los mercados financieros, con las tres agencias de riesgo -de origen anglosajón, por pura casualidad- está poniendo en solfa, de forma radicalmente injusta (nuestro déficit y nuestro endeudamiento es inferior al de, por ejemplo, Estados Unidos o Reino Unido) venga el gobernador del Banco de España y pronostique nuevos problemas sobre la deuda española.

Aún más, MAFO asegura que debe ser el mercado quien vigile a la deuda española. Insisto en esta peligrosa mitificación de los mercados, es decir, de los yupis por desasnar que juegan al casino con el dinero de los demás y según sus propios intereses, los mismos mercados financieros que han provocado la actual crisis. El gobernador ha perdido una excelente oportunidad para callarse.

De postre, el Fondo Monetario Internacional (FMI), ese organismo tan astuto que nos avisó a todos de la crisis en tiempo y forma, pretende lo mismo que MAFO: cargarse a las cajas de ahorros y convertirlas en sociedades anónimas. Porque claro, si no se convierten en sociedades anónimas no cotizan en los mercados, no ofrecen sus títulos negociables en sacrificio en el altar de las bolsas, ídolos que consumen todo lo que se les ofrezca a gran velocidad, mismamente hasta destruirlos y emitir otros nuevos.

Y esa petición de conversión de las cajas en bancos se hace dentro de una exigencia de capitalización, es decir, de nuevas absorciones de capital privado hacia el gran capital privado de los mercados. Habrá que insistir: en la era de la globalización, la dialéctica económica no se sitúa en la batalla entre lo público y lo privado sino entre lo grande y lo pequeño. El capital privado, si es grande -y los grandes bancos y los mercados financieros son gigantescos- es enemigo de la propiedad privada.

En cualquier caso, a los cabezas de huevo del FMI no se les ha ocurrido la única solución viable en términos de libertad: si un banco quiebra, hay que dejarlo quebrar.

Por cierto, dentro de este intento del FMI y del Banco de España, y del capitalismo financiero internacional, por terminar con las cajas de ahorros, se pide a estas instituciones, que se fusionen. ¿Para qué sirve una fusión? Para despedir trabajadores. Y vaya si está despidiendo, y de la forma más cara: las cajas de ahorros destinarán 5.400 millones de euros a prejubilaciones durante los dos próximos años. Es decir, dedicarán el dinero que no tienen -con ese motivo se las quiere eliminar- a mandar a su casa a los trabajadores más veteranos, a los más capaces. ¿O es que no han aprendido nada durante varios lustros de trabajo?

No es que no hayamos aprendido nada de la crisis: es que fomentamos los mismos males que provocaron la crisis.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com