El secretario de Estado de Presupuestos, Miguel Ángel Fernández Ordóñez (MAFO), ha madurado. Reconoce que las revoluciones no son buenas y que las reformas estructurales hay que plantearlas de manera gradual. Y para mostrar su conversión hacia la moderación, cuenta su experiencia con la regulación de los horarios comerciales. 

La reforma emprendida en el Felipismo supuso una liberalización total, la mayor realizada nunca en el seno de la Unión Europea. La medida provocó severas críticas por parte de los pequeños comerciantes y toda una revolución social insostenible. El resultado es que finalmente hubo que dar marcha atrás a la radicalidad y aprobar una nueva ley en 1994 que suavizara la propuesta liberalizadora de horarios. "Si tuviera que hacerlo ahora, lo haría de otra manera", reconoce. Esta filosofía de reformas sin revolución será la que oriente la política económica del Gobierno.