Esto de trabajar para los curas está bien. Les vapuleas y aún así te renuevan el contrato. Un derecho de pernada exclusivo de la clerecía. Así que el director de La Mañana de la COPE, Federico Jiménez Losantos, está encantado disfrutando de tales derechos.

En la mañana de este lunes Jiménez Losantos afirmó que los únicos que podrían criticar que los Príncipes hayan depositado en Estados Unidos trozos del cordón umbilical de Dª Leonor como banco para obtener células madre adultas en un eventual futuro son los sectores católicos, que se oponen a la manipulación genética. Y no es exacto. Se oponen a la manipulación genética todos aquellos que tienen un respeto por la vida humana, con independencia de su fe.

Por contra, se oponen a que los Príncipes de Asturias y su hija Leonor gocen de derechos que no disponemos el resto de los súbditos quienes tenemos mayoría de edad suficiente para no consentir los agravios comparativos. Porque ocurre que el Gobierno acaba de cerrar un banco de cordones umbilicales por no ajustarse al derecho comunitario que obliga a que estos bancos sean públicos.

No compartimos esta directiva, porque la existencia de bancos de cordones umbilicales privados no perjudica la existencia de los públicos, igual que la existencia de la sanidad privada no perjudica a la pública, al contrario. Pero peor: cuando no existen bancos públicos, prohibir la existencia de privados, es totalitarismo. Con todo, resulta poco estético que después de ocurrido, los Príncipes de Asturias nos recuerden a todos los ciudadanos que tienen sangre azul. Una información que por cierto partió este fin de semana de El País, que hoy lunes alaba a SM el Rey por haber puesto una pica en Vietnam y Tailandia. Eso, por si el Rey había pensado en abdicar.

De todas formas, lo que mueve a realizar tales afirmaciones a Losantos no es más que su ignorancia supina en la materia. La Iglesia no sólo no se opone, sino que aplaude cualquier utilización de células madre adultas para regenerar tejidos o para cualquier otro tipo de terapia médica, procedan dichas células del cordón umbilical o de cualquier otra parte del cuerpo que no atente contra la vida y la salud del donante. Lo que prohíbe la Iglesia, la misma que paga al polémico locutor de la COPE 200 millones de pesetas al año, más un porcentaje de publicidad, es la utilización de embriones, es decir, de seres humanos para investigación. Dos días antes de la majadería de don Federico, lo recordaba el cardenal Sgreccia, presidente de la Academia Pontificia para la Vida, máxima autoridad de la Iglesia en la materia, que dejó bien claro que el embrión es un niño. La doctrina de la Iglesia está muy claro, lo único confuso son las neuronas de Losantos.