Durante la crisis bancaria declarada en 2007, el banco de inversión Goldman Sachs debía haberse ido a la quiebra por la sencilla razón de que estaba quebrado.

Le salvó Barack Obama, como a toda la gran banca norteamericana con dinero de los contribuyentes norteamericanos, naturalmente. Es decir, una de las expoliaciones más injustas de la historia financiera mundial.

Luego se descubrió que, además de especuladores, estos chicos de oro eran un poco jetas. Así, hicieron perder a sus clientes 3.700 millones de dólares invirtiendo su dinero -no el suyo, el de sus clientes- en hipotecas basura.

Pero esto tiene arreglo. En España, por ejemplo, Goldman ha contratado los servicios de uno de los más famosos gabinetes de imagen, con marchamo progresista, naturalmente, y han vuelto a organizar sus jornadas de primavera, donde no ha faltado ninguno de los grandes de la banca española. A estos caraduras no se les puede hacer un feo, por si acaso. Eso, Goldman decidió no invitar a la prensa que, aunque cada día más domesticada por los grandes bancos de inversión, por los más sinvergüenzas, podía haber dado algún susto a los organizadores.

Pues bien, ahora resulta que los presuntos chorizos -presuntos, que conste- de Goldman Sachs, los salvados de la quiebra con el dinero de los contribuyentes, vuelven a desatar, con sus objetivísimos informes, una caza de brujas contra la deuda española, a ver si consiguen hundirnos, lo que supondría hundir al contribuyente español. Se ve que los jetas de Goldman quiere congraciarse con otros jetas, el secretario del Tesoro de Barack Obama, inefable Timothy Geithner, quien asegura que los españoles aún tenemos que apretarnos más el cinturón. ¿Y por qué no se lo aprieta él, porque la crisis comenzó con la insufrible especulación del Wall Street, ese callejón del que el mismo Timothy procede?

Y lo más sangrante no es el qué, sino el cómo. En la reunión del G20, pudimos contemplar la sumisión con que las potencias mundiales se rinden ante los mercados financieros. España debe apretarse más el cinturón porque, atención, si no lo hace, los mercados se enfadarán con ella. Y a todo esto, ¿qué son los mercados financieros salvo un casino de yupis majaderos que juegan a aprendices de brujos con el dinero de los demás? Es como si, en una familia, los hermanos trabajadores y esforzados, los contribuyentes,  tuvieran que solventar las deudas que el hermano crápula ha perdido apostando en las carreras.

La política se ha rendido al dios-mercado, quizás porque cuando los políticos dejan el cargo, o son expulsados del mismo, quieren trabajar, o simplemente cobrar, de los intermediarios financieros. Pero que encima se ceben con España los superjetas de Goldman Sachs, resulta ligeramente irritante.

Por cierto, cuando los gobiernos se rinden a los ricos el régimen resultante se llama plutocracia. En ella estamos.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com