No están dispuestos a arrimar el hombro

El esquema nació con la Transición. Ante una época convulsa, se pensó que lo mejor sería tener unos sindicatos domesticados. Fue lo que se hizo. De esta manera se garantizó la paz social. Ahora el esquema es el mismo: compremos a los sindicatos y garanticemos la paz social. Los sindicatos no han saltado ante el mayor ajuste de derechos sociales de la democracia. Y cuando este lunes Zapatero anuncia que habrá reforma laboral sí o sí, siguen mareando la perdiz.

Es verdad que el tono ha subido. Y según los expertos, si Zapatero toca la irretroactividad de los convenios, hará saltar a las centrales. Desde UGT no aguantan más. Y la estrategia de Zapatero se circunscribe a aumentar la factura de los sindicatos. Más y más. Los sindicatos, por supuesto, estómagos agradecidos.

¿Qué les parece la propuesta de Rajoy de que los sindicatos como las organizaciones empresariales y los partidos- asuman parte del recorte? Cada uno hace demagogia con lo que puede, es su respuesta. La realidad es que si los sindicatos quisieran arrimar el hombro (expresión de moda) deberían compartir los sacrificios. Sería el chocolate del loro, pero también sería extraordinariamente pedagógico. Pero los sindicatos no están para pedagogías, sino para salvar los muebles.

Hay quien piensa que los sindicatos consideran que sus privilegios les pertenecen per se. Recuerdan que el PP de Aznar ya les solucionó sus problemas con aquello de la indemnización por los derechos históricos. Si Aznar lo hizo, ¿qué no hará Zapatero? De lo que no se dan cuenta es de que Zapatero es perfectamente impredecible. Y que esta vez no ha sacado la tijera, sino la podadora. Y ahora que Zapatero anuncia una reforma laboral a las bravas, ¿qué harán los sindicatos? Si se quedan en su casa, será la muerte civil de las organizaciones sindicales.