Sr. Director:

Esta carta está escrita desde la esperanza, una esperanza activa en la sociedad española a la que tengo y tendré siempre el orgullo de pertenecer, aunque sienta que está cambiando demasiado y no precisamente a mejor. Creo que mi país y los ciudadanos que lo pueblan no merecen en ningún caso un trato como el que están recibiendo por parte de sus representantes, que desde hace algunos meses están decidiendo iniciativas de gran importancia para sus vidas sin contar con ellos, única y exclusivamente porque desean mantener el poder a toda costa sirviéndose para ello del apoyo de otros grupos minoritarios y hasta marginales. Me repugna que, con la mentira y la trampa continua, políticos en quienes han confiado millones de españoles utilicen sus comparecencias en el Parlamento, instrumento de la soberanía popular (la voz del pueblo), para acabar literalmente con la integridad de un país multi-cultural a más no poder, pluri-lingüístico como ninguno, de hermosas tradiciones y maravilloso arte y folklore, como es España, justo después del mayor atentado terrorista sufrido en su historia. Ojalá no sea tarde aún para recapacitar y actuar conforme al buen juicio y la responsabilidad moral, por el bien de nuestra sociedad ante el mundo que nos espera. Este es mi deseo, de corazón, para el Nuevo Año que, gracias a Dios, ya disfrutamos.

Pablo Ormaechea

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