Sr. Director:

Esta semana se ha aprobado un proyecto de ley en el congreso que reforma el código civil en el sentido de dar cabida a los matrimonios homosexuales. Con ella al parecer se da cumplimiento al programa electoral del PSOE, y a las aspiraciones de los homosexuales para equiparar sus uniones a la unión matrimonial.

Con todo el debate de este tema se ha repetido una y mil veces que las uniones homosexuales son iguales a las uniones entre mujer y varón, yo aportaré una serie de datos que me parecen que son interesantes para que nos demos cuenta de que pueden parecer iguales pero son diferentes.

Los estudios médicos dicen que el sexo anal, que es la culminación de una relación sexual entre dos hombres es bastante peligroso, ya que conlleva los riesgos propios de que el ano es un conducto de solo salida, protegido por un pequeño grupo muscular. La fricción del acto sexual fuerza de tal manera el esfínter que ello conlleva su perdida de tensión, y de la capacidad para mantener un cierre firme, y puede provocar en quien lo padece la pérdida crónica de material fecal. Además el intestino tiene una única capa de células que separan el conducto rectal de tejido altamente vascular, por lo tanto cualquier organismo que se introduzca por el recto tiene mucha facilidad para establecer un punto de inicio para la infección. Además de todo eso hay que señalar que el esperma tiene componentes inmunosupresores, que evitan las defensas que hay en la vagina de la mujer con la función de proteger a los espermatozoides. De todo ello podemos concluir que la relación ano genital es muy eficaz para trasmitir enfermedades.

Todo esto no ocurre en la unión heterosexual ya que la vagina tiene un sistema de lubricación natural, y el apoyo de unos músculos fuertes, y esta compuesta por una membrana con un epitelio estratificado que permite aguantar la fricción y que esta preparada para las acciones inmunológicas del esperma.

Parece por lo tanto que este acto sexual anogenital no es muy natural, ya que se utilizan algunos órganos para lo que no están naturalmente preparados, ello me hace pensar que evidentemente las relaciones homosexuales no son lo mismo que las heterosexuales ya que éstas están protegidas por la propia naturaleza y las otras no. Evidentemente cada uno es muy libre y podrá hacer con su cuerpo lo que quiera, pero no se puede pretender que el ordenamiento jurídico trate de forma igual a cosas que son diferentes, porque ello es injusto. Las uniones heterosexuales, los  matrimonios en definitiva, están protegidos por el ordenamiento jurídico porque son el vehículo trasmisor de la nuevas personas, y sirven para perpetuar la especie humana, y son muy distintas de las uniones homosexuales, equipararlas suponen confundir a la población y atacar directamente a la institución familiar.

Jose Maria Gainza Ordoqui

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