Todo está en las marquesinas de los autobuses municipales. Hasta el anuncio de Nintendogs, la nueva máquina de la marca homónima. No la he probado, por lo que no puedo garantizar su eficiencia, pero se trata de un perro digital al que no hay que sacar a hacer sus necesidades. El texto del mensaje nos muestra a varias mascotas caninas con apariencia de azúcar cande, definidas como una nueva forma de jugar a través de la voz y el tacto. Intuyo soy así de inteligente- que la maquinita provoca la misma sensación que atusar a un pastor alemán, con la diferencia de que la maquinaria nipona acredita una asepsia total, sin parásito alguno que pueda molestar.

Pero eso sí, se trata de una máquina muy afectuosa: Acaríciame, háblame, tráeme amigos. ¿Qué más sep puede pedir? El animal inanimado nunca te llevará la contraria, aunque el diálogo se convierta en un monólogo tienes la ventaja de que tu mascota a pilas nunca te va a insultar. Será como un hijo que nunca llega a adolescente y no hay que limpiarle sus heces, ni tan siquiera sacarle a pasear. Además, es portátil y cabe en cualquier bolsillo. Tiene algunas de las ventajas de la paternidad y ninguno de sus problemas. El Nintendog soluciona todos los problemas de relación, pero de la misma forma que una muñeca de plástico sustituye al matrimonio.

El Nintendog es el hijo que siempre deseas tener, tú, que no querías ser padre.

Percibo una tendencia muy acusada de la humanidad actual al bíblico seréis como dioses, pero con muchas ganas de superar al ser creador. Por ejemplo, está claro que los creadores de Nintendog han realizado un objeto de cariño con un montón de ventajas sobre el ser humano amado : no tiene vida, por tanto, no degrada. Si acaso, se estropea, pero nunca se corrompe, se anula pero no se aliena. Porque esto es lo malo de los seres vivos: todos ellos no son más que una sala de espera a la decrepitud y la muerte. Mucho mejor el Nintendog que el pastor alemán. Todo son ventajas, especialmente cuando vivir sólo es una comodidad.

Pero si la tecnología lucha por imitar al Padre Eterno, la biología busca lo mismo pero desde lo corrompible. La tecnología ama lo simétrico, lo muerto, a la biología lo que le encanta es manipular la vida. La genética, al menos algunos científicos, no imitan la vida, la manipulan hasta prostituirla. No les gusta el mundo programado sino el universo de Frankenstein. Es como la muñeca hinchable, pero al revés: la genética asesina es tan puritana que quiere procrear sin sexo, de la misma forma que los tecnólogos y demás amantes de lo inorgánico quieren hacer sexo sin procreación.

Son dos formas de la misma estupidez: Seréis como dioses. Y lo más graciosos es que ninguno de los dos colectivos es capaz de hacer lo único que Dios sabe hacer: crear cosas de la nada. Porque transformarlas, bueno, eso lo sabe cualquiera.

Eulogio López