• Pero Berlín sigue poniendo pegas a un plan para resolver bancos de forma paneuropea.
  • Luis de Guindos da por hecho la Unión bancaria el acuerdo de la Eurozona.
  • Pero, por el momento, Alemania sólo ha permitido que siga adelante la normativa sobre resolución.
  • Y aún así, los alemanes no aclaran quién pagará las crisis bancarias.
  • Natural: la banca alemana está hecha un desastre.
  • Como siempre, Merkel no acepta ni el FGD único al tiempo que exige el control sobre el organismo encargado de afrontar las crisis.
  • Naturalmente, de unión monetaria nada. De unión, fiscal, mucho menos.   

 

El ministro de Economía, Luis de Guindos, ha realizado hoy en el IESE una exposición sobe el euro que a lo mejor no ha gustado mucho en Berlín, con una Angela Merkel en periodo electoral y deseosa de no irritar al nacionalismo alemán, creciente y con toques cada día más xenófobos.

En síntesis. Lo que Luis de Guindos ha dicho es esto: reconoce que la Eurozona se distingue de Estados Unidos en que los mercados no desconfían de la banca estadounidense pero siguen desconfiando de la banca europea, sobre todo de la francesa, cuya caída prevén para septiembre-octubre. Por mucho que François Hollande (en la imagen, junto a Merkel) diga que Francia ha dejado atrás la recesión, lo cierto es que no ha hecho ajustes bancarios y las cuatro grandes entidades francesas están al borde del rescate.

Guindos da por hecho la unión bancaria en Europa pero lo cierto es que Berlín continua poniendo pegas a la ayuda a bancos en dificultades. No es que Merkel propicie la única solución justa para los bancos (dejar quebrar a los bancos quebrados) entre otras cosas porque la banca alemana es peor que la española y parecida a la francesa. Pero le preocupa el perder poder en Europa. Por ejemplo, Guindos da por hecho que Europa ha acordado la creación de un fondo de garantía de depósitos común, pero lo cierto es que Merkel se opone a ello y sobre todo, algo muy alemán, exige que el órgano liquidador de bancos (eufemísticamente no se habla de disolución de entidades sino de 'resolución', lo que en español no tiene sentido) sea controlado por teutones.

Incuso, los alemanes discuten qué depósitos y en qué cantidad estarán protegidos (hasta ahora existe el consenso de los 100.000 euros) y, en resumen, cuáles serán las ayudas públicas y quien pagará el desastre bancario.

Y, naturalmente, Merkel no acepta la  unión monetaria. Es decir, el eurobono: que toda la zona euro emita, por una sola vía y a un mismo precio, sus títulos de deuda. Mucho menos admite la unión fiscal: los mismos impuestos para todos los países socios. Y sin eso ya se sabe que no habrá unión económica, digna de tal nombre.

En resumen, Guindos presiona, como siempre, a Bruselas, y sobre todo, a Berlín, a través de los medios informativos y de sus comparecencia en centros académicos. Según él, el euro ha dejado de estar en peligro pero el ministro se mantiene en el gran error de todo Occidente en esta crisis: salvar a todos los bancos, naturalmente, con dinero público. Señal de que la economía financista que provocó la crisis continúa vigente.

Eulogio López
eulogio@hispanidad.com