Por su interés, publicamos las conclusiones del IV Congreso de la Federación de Asociaciones Médicas Católicas Latinoamericanas (F.A.M.C.L.A.M)

1. - El médico católico reafirma su vocación de defender la dignidad del ser humano desde su concepción hasta su muerte natural.

2.- No existe la medicina con apellidos (católica o no); los médicos católicos, servidores de los enfermos, defienden la posibilidad de enriquecer con el pensamiento católico a la Medicina, entendida como un servicio a la salud y mejora del paciente, en coherencia con los principios y valores que surgen del Evangelio que son permanentemente actualizados y difundidos por el Magisterio de la Iglesia.

3. - En un mundo marcado por la pluralidad, la diversidad, economicista, masificado y con tendencia a la judicialización, el médico católico debe aspirar a un nivel de excelencia profesional, basada en una constante superación a través del estudio, la investigación y el trato con el paciente.

4. - Con el debido respeto hacia las personas y sus creencias, hay que eliminar eufemismos en el trato con los pacientes. El paciente tiene derecho a recibir en forma clara y comprensible toda la información científica relevante para que pueda formarse una opinión veraz de su situación y decidir en consecuencia.

5. - Toda técnica y forma de diagnóstico que suponga tratar al paciente como un objeto es reprobable. La medicina está al servicio de la mejoría, el bienestar y el respeto a la dignidad de cada ser humano y no a instrumentalizarlo por muy buenos que pudieran parecer los fines. Un ejemplo de esto es la fecundación in Vitro, técnica similar a un proceso industrial que, entre otras cosas, conlleva a desechar los embriones humanos sobrantes y a los que no cumplen los controles de calidad.

6. - La bioética es una ciencia interdisciplinaria esencial que debe cultivar el médico católico, ya que ésta, siguiendo la Ley Natural inscrita por Dios en cada hombre, encuentra sus fuentes en las ciencias experimentales puestas en relación con la medicina, la filosofía y el derecho.

7. - La profesión médica tiene un valor intrínseco que debe valorarse y reconocerse adecuadamente, ya que acompaña de forma muy especial al paciente desde el inicio hasta el final de su vida tratando de ayudarle, física y psíquicamente a humanizar su vida, sea cual sea la situación en la que se encuentre. Los médicos católicos insisten en la necesidad de estudiar y enseñar la ética profesional con el objeto de dar respuestas específicas para cada caso.

 

8. - El médico católico no se puede desentender de las  propuestas y reformas que se de baten en su entorno social y político y que puedan tener una repercusión importante en la salud pública. Es un derecho y un deber profesional ofrecer su diagnóstico veraz y contrastado en estas cuestiones que además pueden incidir directamente en el bien común. Actuar así es un deber como profesional de la medicina y como ciudadano comprometido con el bien común.

9. -En el IV Congreso de la Federación de Asociaciones Médicas Católicas de Latinoamérica, se expusieron aportes educativos de la sexualidad humana. Cambiar conductas a través de la convicción es un aporte que necesita formación y apoyo gubernamental para llevarse a cabo.

Se señaló que la píldora del día después científicamente tiene una eficacia mínima como anticonceptivo para lo que debe tomarse 2 o más días an tes de la relación sexual. En cambio, su poder abortivo es muy eficaz ya que la dosis del principio activo es 50 veces superior a la dosis de un anticonceptivo ordinario.

10.La revisión del tema de la vida humana "Nacer, Vivir y Morir con dignidad", las amenazas contra estas distintas etapas de la existencia y el esfuerzo que se realiza para contrarrestarlas, convocó a muchos expertos de estos temas que acudieron a compartir sus conocimientos, actualizar posiciones y a fortalecerse para las tareas del futuro. Finalizó el encuentro alertando acerca de la información distorsionada, la más de las veces antivalórica, que entregan los medios de comunicación, haciendo críticas fundamentadas a los programas infantiles y a los opinólogos de moda en los medios de comunicación que emiten opiniones importantes en forma superficial, muchas veces sesgadas e insuficientemente informados.