Ha muerto Elías Masaveu Alonso del Campo, en Los Ángeles, patriarca de los Masaveu, a los que algunos, especialmente en mi Asturias natal, consideran la familia más rica de España. Sucedió a su primo, Pedro Masaveu, como ahora le sucederá el hijo de Elías, Fernando Masaveu Herrero. Por decirles algo, la herencia, el pago de impuestos de la herencia de Pedro Masaveu, en impuestos, convirtió al Museo de Bellas Artes de Asturias de chiringuito artístico en una institución respetable.

Y ahora hay que ver si Los Botín no ponen pegas y Fernando Masaveu convierte en consejero del Santander Central Hispano y de Bankinter (en este último no creo que haya problemas, a fin de cuentas, Jaime Botín quiere irse del negocio y vender Bankinter). Respecto al Santander, bueno, considerando que hay cuatro Botines en el Consejo, no parece que las dinastías en los consejos provoque grandes impactos emocionales.

Pero a todo esto, ¿quiénes son los Masaveu? Ante todo, la familia de financieros más opaca de España. Tampoco esto resulta preocupante. Consideren que desde hace un lustro, justo desde que ha empezado a hablarse de buen Gobierno Corporativo, las empresas han cerrado las puertas: la transparencia económica en España se ha vuelto a las fronteras de los años ochenta, cuando se produjo la gran apertura. El triunfo de los dircom (directores de comunicación) sobre la prensa, de los editores sobre los periodistas, y de los poderosos sobre el público, es -no nos engañemos- total.

Pero los Masaveu no han reducido transparencia durante el último quinquenio : nunca han sido transparentes. Su estilo se parece al de los hermanos March y, como ellos, son millonarios progresistas. Ya saben: aborto libre y gratuito y a continuación ya pueden forrarse de dinero. No trabajan en las empresas en las que participan o que poseen: con, como los hermanos March, los financieros de Rusia, rentista. Eso sí, reconozcámosles que no son especuladores o, al menos, son especuladores a largo plazo. No se arremangan, pero sólo buscan el dividendo o la plusvalía. Cuando les hablas de crear riqueza, están pensando en su propio patrimonio. Ahora bien, como a los Botín o los March, si a los Masaveu les dicen que no conviene vender una participación en una empresa porque así lo exige el bien común del país, les puede dar la risa tonta. Insisto, son rentistas, no creadores de riqueza. No se comprometen con ninguna plantilla ni con ninguna clientela: compran y venden. No son empresarios, son financieros. Para no tener que informar a nadie de sus cuentas, sólo tienen sociedades de cartera (era fama en Oviedo que hasta hace bien poco tiempo no había cartel indicador alguno en las sedes centrales de los Masaveu en el Principado, ubicada una al lado del campo de San Francisco y otra en la calle Cimadevilla). Es decir, puede inferirse la riqueza de los Botín a través de sus participaciones en grandes empresas, pero nadie puede conocer la riqueza de los Masaveu, salvo Hacienda.

Y son listos. Lo comentaba el hoy presidente de Repsol YPF, Antonio Brufau, entonces responsable de La Caixa para integrar al Banco Herrero en el grupo catalán. Naturalmente, el Herrero estaba participado por los Masaveu, porque el Herrero es un banco asturiano, toda empresa asturiana está relacionada con los Masaveu de una u otra forma. Brufau, con su habitual sinceridad, que algunos consideran excesiva, comentaba al ahora fallecido :

-Jo, Elías, y yo que pensé que tú eras un señorito. Ahora he descubierto que sabes lo que llevas en tu mano.

-Sí, Antonio respondía el aludido, con cierta retranca- a me has manifestado tu opinión sobre mí en diversas ocasiones.

¿Crean riqueza los Masaveu? No, más bien participan de ella. E insito, no se les pede llamar especuladores, pero sí rentistas. Buenos rentistas, que saben incrementar su patrimonio, arquetipos de una España donde el bien común es concepto que provocarías en algunas cabezas soberanas, como los precitados Botín, March o Masaveu. Pero tampoco hay que asustarse: en todo el mundo capitalista sucede algo similar: un Estado que renuncia a crear riqueza y unos capitalistas que sólo quieren usurparla. Y es que el estatismo y el capitalismo son dos formas de denominar a la misma aberración. Habrá que volver a defender con uñas y dientes la propiedad privada, especialmente la pequeña propiedad privada, y al emprendedor, al pequeño empresario, al autónomo, que es donde radica el futuro. Porque, como diría Chesterton. ¿Qué más me da que el 100% de las tierras del condado estén en manos del Estado o estén en manos del Duque de Wellington (o de los Botín, los March, los Masaveu)? Al final, ambos, capitalismo y socialismo, atentan contra el derecho del hombre a la propiedad.

Eulogio López